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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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inmediatamente. ¡El jamás antepone nada a sus negocios! —Hablaba la mujer

para sí misma como si no diera crédito a que el duque de Buccleuch hubiera

regresado.

Ante aquellos gritos ahogados que sin duda Aaron detectó que eran de su

esposa, no lo pensó dos veces y con toda la fuerza e ímpetu que aunó en ese

instante, dio una fuerte patada a la puerta rompiendo la cerradura y haciendo

que esta cediera completamente.

La imagen de ver a su esposa maniatada en la cama y a la señora Edna con un

cuchillo en la mano como si no supiera exactamente bien lo que estaba

haciendo le llenó de cólera.

—¡Juro que si le ha hecho algo a ella o a mi hijo la mataré con mis propias

manos! —exclamó Aaron con tanta contundencia y dando pasos firmes que

observó como la señora Edna daba un paso atrás algo asustada.

Aaron se acercó a su esposa y bajó la mordaza que tenía maniatada sin perder

de vista a la señora Edna.

—¡Aaron ten cuidado! —gritó Susan—. ¡Ella mató a Lady Rebecca!, ¡No

quiere que tengas un heredero!, ¡Quiere matar a nuestro hijo! —añadió

exaltada y hablando atropelladamente.

—¡Miente! —gritó la señora Edna dejando el cuchillo sobre la mesa para

aparentar inocencia—. Solo estaba ayudándola… nada más. La maniaté para

que sufriera menos los dolores del parto por ser primeriza, pero le puedo

asegurar que mi intención solo era ayudarla… yo jamás le haría daño a un

miembro de su familia lord Buccleuch. Me conoce desde hace años, sabe que

no osaría mentirle.

—¡Asestó un golpe a la señora Nanet! —gritó Susan no dando crédito a las

mentiras que contaba aquella mujer. ¿De verdad pensaba que la creerían?

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