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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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escasos días pensaba que podría hacer.

El destino juega sus cartas, cambia a su favor y ahora el suyo pertenecía a ese

hombre. Ese caballero de ojos verdes penetrantes que al mismo tiempo que

podía sentir su mirada fría, deseaba encontrar ese atisbo de calidez que había

notado durante un solo instante.

Colocó su mano sobre la de él que aún permanecía en el aire esperando una

respuesta y a pesar de parecer un hombre distante y frío, su cuerpo expresó

todo lo contrario ya que al contacto notó aquel ardor embriagándola por

completo.

Jamás había sentido esa calidez en ningún otro caballero a pesar de haber

bailado con una larga lista de ellos. Quizá solo fuera un mero reflejo de lo

que aquel contacto implicaba, “le pertenecía”, a pesar de que aún no se

hubiera formalizado el compromiso y de que se había convenido un noviazgo

largo. Sabía de sobra que su destino era darle un heredero al duque, a ese

caballero que en cuanto sintió su contacto apartó la mirada hacia otro lado y

se encamino de la mano hacia el gran salón de baile.

El silencio durante las dos primeras partes de la pieza era inaudito y no

porque en aquella sala no se pudieran escuchar los murmullos de la gente, la

música inundando todo el salón o el constante repiqueteo de los zapatos sobre

aquel fino suelo, sino más bien la absoluta mudez de el duque de Buccleuch

mientras bailaban.

¿Iba a ser siempre así? Susan prácticamente había olvidado cuando fue la

última vez que había bailado con un caballero sin que mencionara siquiera

algo sobre el tiempo para ser cortés.

—¿Es usted siempre así de silencioso? —preguntó Susan no soportando más

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