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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—Ya habéis escuchado a vuestro padre, no pasa nada. Ahora vamos a

desayunar, ¿verdad? —dijo Susan animándolas.

Aaron escuchó la voz melodiosa y con un atisbo de tono infantil con la que su

esposa se dirigía hacia sus hijas y le sorprendió que fuera tan sumamente

gentil. Acababa de darse cuenta de que no conocía en absoluto a esa dama y

desde luego era así porque jamás le había interesado conocerla hasta ahora, a

pesar de que aún oponía resistencia.

En cuanto tomaron asiento, el duque dobló el periódico y lo dejó sobre la

mesa. Tomó la taza de café que aún tenía a medias y degustó un sorbo

lentamente mientras observaba como servían el desayuno tanto a su esposa

como a sus hijas. No era habitual que las pequeñas estuvieran en la mesa

principal a sus edades, pero por conveniencia según había decretado la señora

Edna, cuánto antes aprendieran los modales en la mesa sería mucho mejor

para ellas, por eso solo lo permitía durante el desayuno puesto que él jamás

estaba presente y en aquel instante cuando observó que por primera vez

estaba reunido con la que representaba su familia se sintió fuera de lugar, ni

tan siquiera sabía qué decir o sobre qué hablar porque se sentía un completo

extraño respecto a todas ellas.

—¿Qué tal le van sus negocios lord Buccleuch? —preguntó Susan llevándose

una taza a los labios.

La pregunta sorprendió al duque, tanto que tardó varios segundos en

responderla.

—Bastante bien, no tiene porqué preocuparse —respondió con el semblante

algo más relajado.

—Ciertamente no me preocupo. Sé que usted es un hombre que siempre

cuida de lo que le pertenece. —Recitó Susan las propias palabras que en su

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