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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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entraba cada cierto tiempo solo para comprobar que ella seguía respirando a

pesar de estar plácidamente dormida y no pudo calmarse hasta que finalmente

le comunicaron que se había despertado algo desorientada, solo en ese

instante se abandonó al cansancio y al sueño que había acumulado durante la

noche.

Susan abrió los ojos y sus párpados pesaban mucho más que de costumbre.

Se sentía pesada, como si fuera incapaz de mover sus músculos con la misma

ligereza que solía hacer siempre.

—Buenos días mi lady, ¿Qué tal se encuentra? —preguntó Gladys a su lado

que permanecía sentada en uno de los sillones como si llevase bastante

tiempo a su lado.

Susan observó que su doncella se levantaba y palpaba la frente dando su

aprobación.

—Buenos días Gladys —contestó con voz rasposa—. ¿Dónde está Esther? —

preguntó extrañándole que no fuera la sobrina de Gladys quien allí estuviera,

puesto que era ahora su doncella personal para que la mujer que la había

criado y acompañado durante tantos años, cuidara a las pequeñas.

—Le he pedido que estuviera con las niñas mientras yo me quedaba con

usted. La pobre estaba demasiado nerviosa con todo lo ocurrido.

—¿Ocurrido?, ¿Qué ha ocurrido? —dijo entonces Susan llevándose una

mano al vientre y recordó entonces lo que había sucedido la noche pasada.

Aquellos dolores fuertes, esos calambres horribles y la voz de Aaron

pidiéndole que no le abandonara, que volvería enseguida—. Mi hijo… —

susurró estupefacta. No había sido un sueño, un horrible y fatídico sueño,

sino que había sido real.

—Lo ha perdido mi lady —contestó Gladys con voz suave—. El doctor ha

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