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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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más jovial del que solía emplear habitualmente.

—Me hiciste cargo de su educación, eso me hizo pensar que en el fondo

sabías que tenía parte de razón —afirmó Susan.

—Y yo recuerdo advertirte que, si no conseguías los mismos o mejores

resultados, te quitaría dicha tutela —contestó en el mismo tono jovial de

antes.

—Ambos sabemos que no harás tal cosa por lo que pude ver hoy allí fuera.

Sé que aprecias lo suficiente a tus hijas para saber que están mejor conmigo

que con la señora Edna.

Comenzaba a dudar que finalmente cumpliera dicha amenaza, además de que

él mismo se debía dar cuenta del apreciable cambio que existía en las

pequeñas. Quizá consiguiera erradicar todas las costumbres antiguas de

aquella casa antes de lo que pensaba.

—Vayamos a cenar, probablemente se estén preguntando que llegamos tarde.

Era una de las pocas ocasiones en las que cenaron solos y se limitaron a

hablar del tiempo hasta que finalmente el duque comenzó a hablar sobre las

reformas que le hizo a la casa para mejorarla.

Cuando Susan se adentró en su habitación, se desvistió colocándose aquel

camisón blanco que el duque le había pedido que se colocara esa noche y que

ella casualmente había metido en su pequeño baúl de viaje entre varios otros

que Catherine le había prestado. En ese momento recapacitó no siendo aún

consciente de cuando partirían pese a que esperara que lo hicieran en los

próximos días. La paciente espera mientras aguardaba a su esposo, algo que

era muy inusual por parte del duque ya que nunca se retrasaba, incitó a Susan

a querer bajar hasta la biblioteca ansiosa por tomar uno o dos tomos prestados

aunque solo fuera para ojearlos si su esposo decidía de nuevo abandonar los

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