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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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él la observaba detenidamente.

Mientras Susan acariciaba con aquel paño la piel del duque deslizando

suavemente por su brazo el trapo enjabonado bajo su atenta mirada, cubrió

minuciosamente cada recodo del curtido cuerpo de su esposo mientras éste

cogía de vez en cuando alguna pieza de fruta y se la llevaba a la boca a la vez

que la dejaba recorrer su cuerpo a su antojo.

Cuando ésta termino de hacerlo, sorpresivamente Aaron le quitó aquel paño y

realizó el mismo proceso con ella bajo la atenta mirada de ésta. Cubriendo su

espalda, su pecho, sus brazos, sus piernas… e incluso llegando a su

entrepierna donde gimió inesperadamente, pero dejó de nuevo el paño en su

lugar y volcó una de las jarras de agua limpia sobre su cuerpo para retirar los

restos de jabón.

Envuelta en un paño de mayor tamaño para secarse, Susan se acercó a la

chimenea y se preguntó cuál sería el siguiente paso, qué era lo que su esposo

haría ahora que se habían dado aquel baño y habían cenado. ¿Se quedaría?,

¿O por el contrario se iría? En aquel momento llamaron a la puerta y ella

observó como sin ningún atisbo de vergüenza su esposo se encaminaba hacia

ésta envuelto en su batín azul.

—¿Señora Edna? —preguntó en cuanto abrió la puerta extrañado.

Con toda probabilidad Aaron había pensado que se trataría del servicio que

vendría a retirar todo lo referente al baño, pero jamás había creído que fuese

la propia Edna quien estuviera tras la puerta.

—Disculpe excelencia. Pensé que la duquesa estaría a solas y me había

tomado la molestia de prepararle un té para dormir ya que comentó que

estaba fatigada del viaje.

Aaron levantó la vista mirando hacia su esposa que se encogió de hombros y

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