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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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visitarlos en cuanto terminasen de desayunar.

—¿Ya terminaron? —exclamó Susan abriendo los ojos sorprendida.

—Creo que fue el desayuno más veloz que jamás he contemplado —contestó

con una sonrisa sincera y observó a Susan que le contemplaba fijamente.

Era la primera vez que ella le veía sonreír de aquella forma, quizá la primera

que lo hacía de verdad y sin reservas. En ese momento sin pretenderlo Susan

sonrió con complicidad y tuvo unas irrefrenables ganas de tocarle la mano, de

acariciarle, de tener una simple muestra de cariño… solo que el momento

mágico que ambos mantenían fue roto cuando la sirvienta entró con una

bandeja de dulces recién horneados y la depositó sobre la mesa.

—¿Pastelitos de crema para desayunar? —exclamó Susan mientras se acercó

a la bandeja aspirando ese aroma tan suculento y cogía uno de ellos.

—Ayer comprobé que te gustaron, por lo que le pedí a la cocinera que te los

sirviera para desayunar.

¿Había hecho eso por ella?, ¿Porqué razón?

—Ha sido todo un detalle por tu parte tener tal consideración —admitió

Susan.

—Eres mi esposa, te advertí antes de casarnos que yo cuido de lo que es mío

y además puedes estar llevando a mi hijo en tu vientre. —La intensidad de su

mirada era tal, que incluso los ojos verdes los tenía considerablemente

oscurecidos a pesar de la luz matutina.

Susan no pudo soportar más tiempo mantener aquella mirada sobre ella y

delicadamente la apartó hacia su taza para tomar un sorbo de té. Desde luego

no era solo porque le tuviera estima, sino porque cuidaba de la mujer que le

daría el heredero que tanto ansiaba. Por un momento había deseado que solo

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