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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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mientras le entregaba su chaquetilla a su doncella—. Y si tanto le molesta que

ahora la educación de las hijas del duque no sean su competencia, le muestra

sus quejas a su excelencia, no a mi.

La señora Edna apretó fuertemente los labios y podría decirse que también

los puños, para posteriormente desaparecer por el pasillo que llevaba a la

parte trasera de la casa en un absoluto silencio.

—Creo que ya era hora de que le dijera a esa mujer quien manda en esta casa,

mi lady —dijo Gladys rompiendo aquel silencio solo roto por el ruido lejano

de los chillidos que daban las niñas al corretear por alguna estancia de la

casa.

—Lo cierto es que no me apetecía en absoluto declararle la guerra a esa

mujer —admitió Susan—. Su excelencia me pidió tratarla amablemente, pero

hay algo en ella… no sé decir exactamente qué Gladys, pero no me gusta.

—Creo que no es la única que lo ha notado, mi lady…

Saber que no eran imaginaciones suyas, tener la certeza de que su doncella

sospechaba que había algo en aquella mujer que resultaba oscuro; la

confortaba. Había llegado a pensar que solo era el recuerdo que esa señora

pudiera aportarle al duque sobre su primera esposa, incluso se había obligado

a sí misma a desechar cualquier rechazo que la señora Edna le transmitía,

pero esa mirada oscura, la falsedad que mantenía cuando su marido estaba

presente la delataban, sin duda alguna algo dentro de sí misma le decía que

desconfiara de cualquier cosa que dijera o hiciera aquella mujer.

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