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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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incrédulamente en ese instante?, ¿De verdad la dejaría en paz en el lecho si le

concedía un heredero? No sabía si anhelar o no ese momento, suponía que no

lo sabría hasta que no llegase la noche.

—Lo sé perfectamente. Tengo muy presente de que esa es la única razón por

la que se ha casado conmigo, lord Buccleuch.

—Me alegra saber que sabe cuáles son sus funciones, puesto que no tolero la

indisciplina ni la desobediencia en mi casa. Por lo tanto, espero que

permanezca lo suficientemente condescendiente.

¿Condescendiente? Eso era lo último que podría ser... aunque ¿Tenía

realmente otra salida? Él era su esposo y tenía pleno derecho marital sobre

ella, por más que le dolieran aquellas palabras, tenía que resignarse y aquello

comenzaba a asfixiarla lentamente.

Susan no respondió, si asentía a aquellas palabras significaría que debía

obedecerlas y no estaba preparada aún para precisamente resignarse ante su

apremiante futuro. Por suerte el carruaje llegó hasta la puerta de la que había

sido su casa tantos años y aunque precisamente viviría casi al lado, tenía que

comenzar a dejar de verla de ese modo infantil y maternal, puesto que a partir

de ese día debería ocupar su lugar como señora de la casa en el hogar del

duque de Buccleuch.

Al menos tendría su propia casa, sus propios criados y solo tendría que rendir

cuentas ante su esposo que precisamente había admitido que permanecería

frecuentemente ausente. Eso le daba esperanza, podría tener su pequeña

libertad durante el día y él jamás se enteraría, podría hacer lo que siempre

había deseado hacer desde pequeña... meterse en las cocinas para aprender

como se hacía todos esos suculentos pasteles o leer a placer hasta devorar

cientos de libros.

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