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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—Solo estaba descansando —afirmó Susan algo nerviosa. Después de tanto

tiempo en el que se habían mantenido distanciados, observando como él

parecía evitarla y consumido en el trabajo, resultaba extraño que estuviera allí

de nuevo cerca de ella.

Aaron se agachó e introdujo dos dedos en el agua para notar la temperatura

de ésta. Cogió entonces una de las jarras que aún permanecían calientes cerca

de la chimenea y la volcó sobre la bañera haciendo que ésta aumentara su

temperatura.

—¿Te encuentras mejor?, ¿Sientes dolor? —preguntó refiriéndose a la

pérdida del hijo que estaban esperando.

—Ya no siento dolor. Al menos no dolor físico —aseguró Susan bajando la

mirada porque no quería que la culpabilizara de aquello.

—¡Ey!, ¡Mírame! —exclamó con cierta calma al ver aquel rostro cabizbajo.

Había pensado que era mejor estar alejado de ella mientras se recuperaba, no

sabía como se suponía que tenía que tratarla, ni tampoco si se sentía cómoda

estando en su presencia, así que había optado por la opción más fácil que era

la de esconderse en el trabajo, solo que ahora no estaba del todo seguro si

aquello había sido lo adecuado—. No debes responsabilizarte de ello, no fue

tu culpa —susurró e inevitablemente llevó una de sus manos a la mejilla para

acariciarla.

Susan sintió el suave roce de los dedos del duque en su piel y se acercó a él

como quien una polilla se acerca hacia la luz del fuego a pesar de saber que

puede quemarse.

—¿No me odias por perder al que podría ser tu heredero al ducado? —

susurró con voz entrecortada.

—Jamás osaría pensar tal cosa de ti. Yo nunca te culparía de lo ocurrido ¿Por

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