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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—¡Se desmayó! —exclamó tratando de guardar una calma inaudita y Aaron

observó a aquella mujer que llevaba años viviendo en su casa, que la había

convertido en parte de su familia, no creyendo posible lo que Susan revelaba,

pero tenía claro que la imagen que había visto al entrar de su esposa

maniatada y la puerta cerrada con llave, solo eran obra de esa mujer

manipuladora que se escondía tras esa fachada de rectitud y seriedad que

aparentaba.

Se acercó lentamente hasta ella y cuando llegó a su lado la agarró

fuertemente del cuello apresando la carne entre sus dedos. Deseaba ahogarla,

matarla, asesinarla por lo que pretendía hacerle a su esposa y por lo que

probablemente le habría hecho a la madre de Diane.

—Te mataría con mis propias manos ahora mismo si no fueras la abuela de

mi hija —susurró con voz irascible y llena de odio—. Voy a enviarte al

mismísimo infierno y te aseguro que durante el resto de tu vida, vas a desear

que te hubiera matado con mis propias manos en este día y en este momento

—añadió mientras notaba como a la mujer le faltaba el aire tratando de luchar

aferrándose al brazo que la ahogaba hasta que finalmente perdía el

conocimiento y cayó al suelo inconsciente.

Susan chilló en ese momento, pero fue de dolor, no por lo que su esposo le

había hecho a la señora Edna. Aaron desató las cuerdas que la mantenían

maniatada y ató fuertemente las manos de aquella víbora que había intentado

matarla para que no se escapara.

—Volviste —susurró Susan con lágrimas en los ojos cuando su esposo se

acercó hasta la cama para ayudarla.

—Por supuesto que volví. Comprendí que no podía estar lejos de ti hasta que

tuvieras a nuestro hijo y no me importa cuantas sean las pérdidas o la

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