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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—Entonces tal vez podríamos realizar alguna otra escapada más adelante,

¿No te parece? —preguntó Susan ahora sonriente.

Aaron sopesó aquellas palabras, pero era consciente de que no podría ser muy

pronto debido a sus negocios. En ese momento pensó en su buen amigo

Henry, el duque de Sylverston. ¿Cómo conseguía mantener todo en orden y

poder ausentarse todo el verano con su familia? Incluso tenía constancia de

que acompañaba a su mujer en viajes a la India o Asia en busca de tejidos

nuevos para su boutique y de paso él importaba algunos hilos para fabricar

sedas o géneros nuevos en su fábrica.

—Quizá más adelante. —No quería dar una respuesta negativa, tampoco

afirmar algo que quizá no pudiera cumplir, pero a como diera lugar, trataría

de darle a Susan esa luna de miel de la que la había privado en cuanto pudiera

permitirse ausentarse varios días de la ciudad.

Susan se conformó con aquella respuesta y cogió una de las uvas que había

en aquella fuente de fruta que tenían a su izquierda para llevársela a la boca y

saborear el fresco jugo de su contenido.

—¿Quieres un poco de vino? —preguntó Susan sirviéndole una copa a su

esposo.

—Desde luego —contestó cogiendo la copa de metal que le ofrecía y

llevándosela a los labios—. ¿Tú no te sirves ninguna?

—No —negó girándose hacia él mientras se introducía otra uva en la boca—.

El vino me adormece demasiado.

—¿Y deseáis estar despierta? —preguntó entonces extrañado.

—Completamente —susurró cogiendo ahora la pastilla de jabón y untándola

en uno de los paños para comenzar a enjabonar el cuerpo del duque mientras

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