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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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heredero, al fin y al cabo, esa era la única razón por la que se desposaba de

nuevo.

—Mi lord, su baño está preparado cuando guste —mencionó Sebastián, su

gran confidente además de ayuda de cámara.

—Por supuesto —contestó con una mera formalidad mientras se deshacía del

batín y se dirigía hacia el cuarto adjunto que había en su habitación donde

estaba instalada la bañera de hierro fundido únicamente para su servicio y

pronto también para el de su esposa.

Sus músculos se relajaron en cuanto entró en contacto con aquella agua

caldeada y la tensión que llevaba acumulada de los últimos días comenzó a

evaporarse, aunque era consciente de que no se iría del todo hasta que la

ceremonia finalizase. En cierto modo tenía dudas respecto a la mujer que

había elegido, había algo en ella que la hacía parecer tenaz y con demasiada

opinión propia. No le gustaba eso en una mujer, probablemente porque estaba

demasiado acostumbrado a dictar órdenes y que éstas se cumplieran así fuera

a sus sirvientes o a sus propias hijas o esposas. Nunca había tenido ningún

problema en ese sentido con sus dos esposas anteriores y esperaba por el bien

de la joven no tenerlos ahora. Intentó que sus pensamientos no fueran en ese

sentido, más aún teniendo en cuenta que ella había accedido al matrimonio de

buen agrado y que en ningún momento le había expresado dudas u oposición

al mismo. Probablemente la joven estaba encantada de convertirse en

duquesa y haría cualquier cosa por tratar de agradarlo.

—¿Ya está preparada la recámara de la futura duquesa? —preguntó a

Sebastián que a pesar de no verle sabía que estaba preparando su traje de

boda minuciosamente.

—Desde luego mi lord. Ayer mismo llegaron sus baúles y las criadas

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