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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—No —negó—. Me encuentro perfectamente, tanto es así que he decidido

suspender vuestras clases y vamos a pasar toda la mañana jugando con los

cachorros, ¿Qué os parece?

Ante la absoluta conmoción de las niñas que se miraron sorprendidas, la

felicidad llenó sus caras y comenzaron a dar pequeños saltitos de alegría.

—No creo que deba ser conveniente en su estado lady Susan, puede fatigarse.

Además, una dama necesita disciplina, no juegos que no la enseñarán a

comportarse como tal.

—Gracias por su consejo, señora Edna —contestó Susan sin perder la sonrisa

—, pero como son mi responsabilidad, seré yo quien decida que es lo que les

conviene, no usted. Por cierto, eso me recuerda que debo advertirle algo… —

añadió misteriosa y observó que la mujer pareció tensarse.

—Dígame, estoy a su servicio —contestó con cierto tono de desagrado que

no pasó desapercibido para Susan.

—Que sea la última vez que despide a alguien del personal sin mi

autorización o toma decisiones sin mi consentimiento. A partir de ahora soy

yo quien tomará las decisiones en esta casa como la duquesa de Buccleuch

que soy.

Susan observó como apretaba los labios y parecía reprimir una especie de

bufido o desaprobación, pero por su bien más le valía no hacerlo o se atendría

a las consecuencias. Con gesto afirmativo notó como la señora Edna se

levantaba e inclinándose salía de aquel comedor.

Esperaba de buenas maneras que aquella mujer no supusiera un problema. Lo

que menos le apetecía ahora era mantener una discusión con Aaron por el

destino de aquella señora.

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