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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—¿Padre estará de acuerdo en que la llamemos madre? —preguntó entonces

Madeleine como si aún no terminase de creerlo.

Quizá era la más precavida de las dos porque había pasado más tiempo con

su abuela y ésta había conseguido influir más en ella.

¿Porqué debería enfadarse el duque por aquello? Realmente lo dudaba y lo

cierto es que su opinión al respecto le daba absolutamente igual puesto que

ella era su esposa y, por tanto; la madre de sus hijas.

—Por supuesto que lo estará —afirmó Susan sin ser realmente consciente que

aquello pudiera afectar de algún modo a su matrimonio.

Eran las ocho en punto cuando entró al salón donde tendría lugar la cena. Le

sorprendió no ver a la señora Edna clavada como las agujas del reloj que

colgaba de aquella enorme pared, sin embargo, quien sí estaba en su lugar era

su excelencia el duque de Buccleuch, al parecer había cumplido su palabra

cuando le dijo que se verían en la cena.

—Buenas tardes excelencia —anunció Susan llamando su atención mientras

se dirigía hacia su asiento.

Buenas tardes lady Susan —contestó en un tono tan formal que Susan no

supo definir si estaría contento o no de volver a verla. Ella por su parte,

estaba algo nerviosa, aún mantenía muy presente el recuerdo de esa acalorada

discusión en la mañana y peor aún, el encuentro que habían mantenido la

pasada noche que solo la hacía contar los minutos hasta que él regresara de

nuevo a su habitación.

—¿La señora Edna no cenará con nosotros? —preguntó por cortesía, aunque

realmente le extrañaba que no estuviera presente.

—No. Al parecer no se encontraba de buen ánimo y ha solicitado que le

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