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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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sin obtener el más mínimo deseo o anhelo por un hombre... ¿Tal vez era

problema de ella?, ¿Quizá había algo que estaba mal en su interior? Fuera

cuál fuera la respuesta ahora solo le quedaba la resignación por un caballero

que no sabía explicar lo que le hacía sentir, pero que desde luego no era

amor. Lo único que el duque de Buccleuch le inspiraba era intriga y sobre

todo curiosidad. Deseaba saber porqué él tenía ese comportamiento frío y

distante, pero al mismo tiempo parecía bastante protector con lo que

consideraba suyo y a ella, la consideraba como una de sus posesiones. No

sabía si preciada o no, pero posesión al fin y al cabo.

Solo faltaban diez meses para que unión fuera oficial. Tiempo que era más

que probable que pasara tan fugaz como un instante y sin darse cuenta. Días

que volaron tan rápidos como el caballo de carreras más veloz y a pesar de

creer que habría podido tener tiempo de conocer con una mayor profundidad

al duque de Buccleuch, lo cierto es que le resultaba tan desconocido como al

principio. Ni tan siquiera le había presentado a sus hijas porque nunca había

sido invitada formalmente a su casa. Solo conocía el lugar que sería su hogar

desde la distancia que separaba la fachada de la calle en la que podía pasear.

Asustada era una palabra demasiado pequeña para lo que sentía la noche

anterior a la ceremonia, más bien pavor cuando su madre acudió a su lecho

para informarla sobre los derechos maritales que su marido tendría sobre ella.

Un leve discurso sobre “dejarse hacer” y “no formar ningún escándalo”

fueron los puntos claves para determinar que no estaba segura de encontrar

placer sin amor en el lecho conyugal.

Ni tan siquiera había podido consultar a sus experimentadas amigas al

respecto porque desde su escapada a visitar a Julia cuando dio a luz

prematuramente, su madre no la había abandonado ni a sol, ni a sombra

pensando que podría volver a cometer otra locura. Por suerte, lord Buccleuch

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