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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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feliz.

—¿Quién es? —preguntó Susan—. ¿A quién le ha concedido mi mano en

matrimonio?

—Al duque de Buccleuch —contestó el señor Brandon.

En aquel momento Susan solo pudo pensar dos cosas; que aquel hombre no la

haría feliz y que su padre acababa de decepcionarla.

—¿Al duque de Buccleuch? —exclamó consternada—. ¡A ese hombre cuya

frialdad puede hacer competencia a una piedra!, ¿De verdad cree que me

podría hacer feliz?

—Sé que te no te faltará de nada estando a su lado, Susan.

«Dinero» pensó Susan en ese instante.

Aquello era algo que al duque de Buccleuch le sobraba y en el fondo su padre

solo creía que necesitaba a un hombre rico para ser feliz, pero sabía de sobra

que aquel hombre jamás le daría lo que tanto ansiaba; amor.

—No puedo casarme con el, padre… ¡No puedo! —gritó Susan tirando el

libro al suelo.

—Ya le di mi palabra y te casarás con él —afirmó el señor Brandon

seriamente—. He consentido cada uno de tus caprichos y he accedido a todas

tus demandas, ya es hora de que por fin tengas un marido porque no voy a

consentir que mi única hija sea una solterona, será una duquesa; la duquesa

de Buccleuch.

—Papá… —instó Susan en último recurso con los ojos algo brillantes.

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