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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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parafernalia.

En cuanto el duque le ofreció el brazo a su joven esposa, ésta se apoyó en él

sin mediar palabra alguna dejándose arrastrar por el pasillo de la iglesia hacia

la salida. El banquete se celebraba en la casa de los Brandon, pero a pesar de

que Susan volvería por última vez a la que siempre había sido su casa, no

sería igual, en aquella ocasión ya no era dueña de sí misma y además estaría

por primera vez a solas con su esposo en el carruaje, teniendo este derecho

sobre ella.

El silencio sepulcral la aterraba, lo cierto es que no sabía que decir o sobre

qué hablar que resultara interesante y no estuviera fuera de lugar.

—Mi padre me ha comunicado que ha estado bastante ocupado éstas últimas

semanas —susurró Susan mientras miraba por la ventanilla del carruaje que

daba un rodeo mucho más extenso por la ciudad para permitir así que todos

los invitados llegaran antes que los novios al banquete.

—Si. Soy un hombre de negocios muy ocupado, pronto se dará cuenta de que

no suelo frecuentar demasiado durante el día la casa familiar.

—¡Oh! —exclamó Susan entendiendo que le vería más bien poco—. Lo

entiendo —admitió con cierto pesar.

—Aunque eso no me librará de mis deberes conyugales —advirtió el duque

con tanta frialdad y serenidad que a Susan se le tiñeron las mejillas por hacer

de tal mención una banalidad.

—Claro... —susurró aturdida sin saber que responder exactamente.

—Sabe que deseo concebir un heredero lo más pronto posible, por lo que si

tiene suerte, no la molestaré demasiado en ese asunto, si tanto le aturde.

No se lo podía creer, ¿De verdad estaba diciendo lo que su mente procesaba

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