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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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junto a mi esposa.

Las palabras del duque colmaron a Susan hasta el punto de que se quedó

embelesada observándole mientras éste se desnudaba delante de ella e

inconscientemente se mordió un dedo visualizando cada músculo de la piel

curtida que tenía su esposo. ¿Era normal admirar tanto su belleza?, ¿Era

sensato alabar aquella piel?, ¿Sería pecado soñar con que sus labios la

besaran? Lo cierto es que ya no sabía diferenciar qué era fascinación y qué

era realidad, empezaba a sospechar que su mente traicionaba a su razón y que

sencillamente era incapaz de darle sentido a todo aquello.

—¿No deseas acompañarme? —preguntó el duque sacando a Susan de su

ensoñación que le observó absorta.

—¡Si! —afirmó repentinamente—. Me encantaría —aseguró ahora más

calmada y con una pequeña sonrisa mientras comenzaba a desvestirse.

Cuando se introdujo en la bañera, el agua caliente cubrió su piel provocando

que sus músculos se relajasen a pesar de no poder evocar el recuerdo del

último baño que se dieron juntos—. Ha sido una pena que recibieses esa carta

esta mañana, lo estábamos pasando tan bien en la casa de campo… —alegó

Susan tratando de hablar sobre algo.

—Si. Casi me había olvidado de las responsabilidades en la ciudad hasta que

la recibí. Tal parece que mi nueva esposa tiene el poder de hacerme olvidar

mis prioridades —contestó en un tono neutral.

—Yo no pretendía… no pretendo… yo no quisiera…

—Csshh —siseó Aaron tratando de acallar a su esposa—. Ven aquí —añadió

atrayendo el cuerpo de Susan hacia él para que se recostase sobre su pecho—.

Solo trataba de admitir que me gustó pasar estos días a tu lado junto a mis

hijas.

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