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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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aquellos colores pasteles que tanto la habían limitado y perjudicado a su color

de cabello. Desde muy joven había deseado llevar colores intensos que

resaltaran ese color de su cabello tan peculiar y que la sociedad imponía que

solo era accesible para damas casadas.

—Buenos días —pronunció inquieta, pero esbozando una sonrisa tímida

cuando entró en el comedor donde las pequeñas aún estaban terminando su

desayuno acompañadas por una señora de edad avanzada, cuyo cabello

grisáceo estaba recogido en un moño alto bien repeinado. Aquella señora

algo rechoncha lucía un aspecto neutro que no era capaz de descifrar si se

convertiría en una enemiga o aliada, pero debía ser la institutriz de las

pequeñas hijas del duque.

—Buenos días lady Susan —sonrió la mujer y por alguna razón Susan sintió

que era algo forzada, pero probablemente solo era la inquietud que podía

sentir una desconocida y más aún teniendo que presentarse ella misma puesto

que no existía rastro alguno de la presencia del duque, aunque eso en cierta

medida era de agradecer, teniendo en cuenta que aún no sabía como

enfrentarse a su esposo después de lo ocurrido la pasada noche.

—Usted debe ser... —comenzó a decir Susan.

—La señora Edna —contestó la aludida inclinando la cabeza—. Soy la

abuela de la hija mayor del duque, lady Madeleine. Aunque me encargo de la

educación de las dos pequeñas.

—Me alegra saber que podré disfrutar de la compañía de otra dama en la

casa, ¿El duque no nos acompañará? —contestó Susan tratando de ser

amable. Probablemente aquella señora podría informarla de todas las

costumbres del duque y las gestiones sobre la casa para tratar de no comenzar

con mal pie.

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