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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—Esta casa ha pertenecido a mi familia desde hace más de cuatro

generaciones y yo la reformé antes de mi primer matrimonio, solo que

finalmente jamás estuve en ella más de dos días seguidos.

—¿Por qué? —preguntó alzando la vista para descubrir su respuesta.

—A mi primera esposa no parecía agradarle la idea de pasar todo el verano

aquí, menos aún vivir en ella y desde luego no tenía ninguna intención de dar

a luz en mitad del campo sin la presencia de buenos médicos que la

atendieran —contestó en un tono carente de emoción alguna—. Lo irónico de

todo ello es que ni los mejores médicos pudieron salvarla.

Así que él había tenido intenciones de traer aquí a su esposa, incluso parecía

haberla reformado solo para que la disfrutara su familia y eso jamás había

ocurrido.

—Lo siento…

—No tienes nada que sentir, no fue tu culpa. Además, tampoco hubiera

podido pasar demasiado tiempo en ella teniendo en cuenta que tengo mucho

trabajo en la ciudad del que preocuparme.

—Si yo quisiera… —Susan dejó la pregunta en el aire, tal vez no era

oportuno mencionar ahora lo que acababa de ocurrírsele inesperadamente.

—¿Qué? —preguntó ante su silencio.

—Nada. No era nada —Negó no creyendo que fuese la ocasión adecuada

para decir aquello cuando apenas llevaba horas en aquel lugar al que

consideraba más hogar que esa casa en Londres en la que llevaba más de tres

meses viviendo—. Supongo que ya está lo suficientemente seco —advirtió

tocándose el cabello y notando que estaba húmedo pero lo justo para ser

trenzado.

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