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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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claro en decir que debemos satisfacer sus gustos, así que dígame, ¿Qué le

apetece para almorzar?

—Querida Eloise —dijo entonces la señora Edna entrando en el comedor

como si las voces la hubieran llamado para presenciarse en la estancia—. ¿No

debería estar haciendo algo útil en lugar de entretener a la duquesa?

—¡Oh! Disculpe señora Edna, yo solo quería felicitar a lady Susan y

confirmar que todo era de su gusto.

—Pues si es así, tráigale el té que siempre toma por el desayuno, porque

parece haberse descuidado —añadió observando la mesa.

—No deseo tomar el té —contestó Susan lo suficientemente tajante para que

entendiera que sobre la señora Edna mandaba ella—, y me complace hablar

con la señora Eloise, así que si no le importa me gustaría que nos dejara a

solas.

—Claro… desde luego —comentó la mujer fingiendo una sonrisa—, las dejo

a solas entonces y felicitaciones por su nuevo estado.

En cuanto aquella ingrata mujer salió del comedor, a Susan casi se le escapa

un suspiro de alivio. No entendía porqué se comportaba de aquella forma tan

altiva e insufrible al mismo tiempo. Era como si tuviera algo en contra de ella

cuando lo único por lo que la había amonestado era por pegar a las niñas.

Probablemente su esposo tuviera razón y debería tratarla con cordialidad,

después de todo ella era la abuela de una de las hijas del duque, le había

ayudado cuidando a las niñas pese a que no considerase que lo hacía de la

mejor manera durante todos aquellos años y tal vez a su manera, aquella

mujer pensaba que lo estaba haciendo de la mejor manera.

—Si me permite el comentario mi lady, ya era hora que alguien pusiera en su

lugar a esa señora —susurró Eloise acercándose hasta su señora—, se toma

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