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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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Aquella tarde y después de dar varias vueltas al mismo asunto durante días,

Aaron Buccleuch le envió una carta al duque de Sylverston para citarle donde

el propio Henry considerase oportuno. Tenía varias preguntas y propuestas

que proponerle a su amigo, aunque jamás espero que le citase en su propia

casa.

Apenas eran las cinco cuando llamó a la casa familiar de los Sylverston y el

mayordomo le abrió la puerta cordialmente hasta acompañarle al despacho

del duque donde éste le esperaba.

—Buenas tardes lord Sylverston —pronunció Aaron en un tono formal.

—Llámeme Henry por favor, creo que tenemos el suficiente trato para dejar

los formalismos, más aún teniendo en cuenta la gran amistad que mantienen

nuestras esposas —contestó el aludido sonriente mientras se levantaba para

recibirle.

—Por supuesto Henry. Gracias por recibirme.

—No es ningún problema, lamento hacerte venir hasta aquí, pero

últimamente con mi esposa en estado de gestación prefiero ir lo menos

posible al despacho que poseo en la fábrica —admitió con la mirada brillante

—, pero dime, ¿Qué es ese asunto que te trae hasta aquí? Si es por alguna

duda referente a la inversión que acordamos para el negocio del duque de

Savegner estaré encantado de responderte —añadió Henry bastante apacible

y tranquilo.

—En realidad no me traen hasta aquí los negocios del futuro duque de

Savegner —confesó Aaron—, sino más bien la última conversación que

mantuvimos en la cámara de lores hace algunas semanas.

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