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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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comenzó a chillar cuando vio a los dos cachorros que correteaban por la

entrada mientras las pequeñas los perseguían tratando de alcanzarlos.

—¿Qué es esto?, ¿Animales en esta casa? —exclamó completamente

sorprendida y quizá extrañada.

—Su excelencia les concedió esa gracia a las pequeñas que se enamoraron de

los cachorros —contestó Susan deshaciéndose de la capa y el sombrero

mientras su doncella trataba de alcanzar a alguna de las niñas para

precisamente para quitárselos.

—¡Esto es muy inoportuno!, ¿Cómo puede estar de acuerdo con semejante

disparate?, ¡Son muy pequeñas!

—Serán un entretenimiento y distracción. Además, así aprenderán a ser

responsables —concluyó Aaron que acababa de entrar por la puerta después

de dejar su caballo en la pequeña cuadra que tenían adosada a la parte de

atrás de la casa.

—¡Oh claro! Por supuesto, excelencia —decretó inmediatamente la señora

Edna—. Pediré que le sirvan inmediatamente la cena.

—Lo cierto es que mi esposa y yo estamos realmente fatigados del viaje, así

que agradecería que nos sirvieran la cena en nuestra habitación y también un

baño caliente.

Susan observó a su esposo que la miraba fijamente y guardó silencio puesto

que ella misma tampoco deseaba una cena formal en aquellos instantes, sino

que prefería la privacidad que le otorgaba su habitación.

—Por supuesto, excelencia. Ordenaré que lleven la bañera a su habitación —

contestó la señora Edna.

—Ordene que la lleven a la habitación de la duquesa.

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