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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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a Susan hacia él, ésta se encogía del frío que sentía estremecer su cuerpo

hasta calar sus huesos.

—Estás helada. —Ni siquiera era una pregunta, sino que el mismo duque

podía constatar el temblor en el cuerpo de su esposa.

—Tú también debes estar helado —contestó aferrándose a él mientras la

cogía en brazos.

En cuanto entraron en casa, la señora Nanet salió a recibirles algo asustada

debido a la tormenta que se había formado en cuestión de minutos. Aaron

ordenó que preparasen un baño de agua caliente de inmediato en la

habitación de su esposa y subió las escaleras con ella en brazos hasta su

propia habitación.

—Tienes que quitarte la ropa mojada o podrías enfermar —aseguró tratando

de desabotonarle el vestido por la espalda, mientras ella se deshacía de su

chaquetilla y la tiraba al suelo.

—Tú también tienes que quitártela —le ordenó Susan mirándole fijamente.

—Luego lo haré, cuando me asegure de que estás dentro de esa bañera con

agua caliente —contestó atento a la vez que daba estirones a aquel vestido

lavanda para que cediera y al fin la prenda fuera arrastrada hacia el suelo.

—¿Y tú? —respondió Susan dando un paso hacia atrás con el escote

completamente abierto y probablemente con un aspecto lamentable y algo

salvaje.

—Yo puedo esperar, tú debes tomar ese baño primero —contestó

castañeándole los dientes—. No hagas que te lo ordene, porque lo haré. —Su

tono intentaba ser apacible, pero Susan comprendió que si volvía a rebatirle

terminaría dándole una orden.

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