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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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habitación, cuando se entere de que pasamos la noche aquí seguro que nos

azotará…

—No —negó ante el estupor de la pequeña Diane que parecía acongojada por

si las palabras de su hermana se convertían en realidad—. Os prometo que

ninguna será castigada, aunque lo de anoche será una excepción que no

podremos convertir en costumbre. —Pensó siendo consciente de que hasta

que no quedase embarazada, el duque la seguiría visitando en su lecho cada

noche y ese no era lugar para unas niñas.

—¡Oh gracias! —exclamó la mas mayor de las dos bajándose de la cama para

ir corriendo hacia ella y abrazarla.

Cuando bajaron para tomar el desayuno, ninguna de las tres se esperó

encontrar en la cabecera de la mesa al duque de Buccleuch con el periódico

abierto y lo suficientemente concentrado para no percatarse de su presencia.

—Buenos días —anunció Susan algo cohibida. Solo al verlo un rubor se

había apostado en sus mejillas siendo consciente de lo sucedido la noche

anterior y ni ella misma se sentía con fuerzas suficientes para mirarle

directamente a los ojos y que le recordase todo ese ardor que hubo entre ellos.

—El desayuno se sirve a las nueve en punto y son las nueve y cuarto —

proclamó la señora Edna mirando al frente y en ese instante Susan dirigió la

vista hacia el duque que acababa de apartar la mirada del periódico hacia ella.

—Creo que por hoy podremos hacer una excepción, señora Edna —contestó

Aaron sin mirarla y observando ahora a sus hijas que parecían estar medio

escondidas detrás de las faldas de su madrastra.

¿En qué momento le habían cogido tanta estima sus hijas a su esposa? Sin

pretenderlo, una especie de sentimiento sobreprotector le invadió.

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