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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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Su orden pareció contrariar a la mujer que fue incapaz de negarse y

simplemente hizo un asentimiento con la cabeza antes de desaparecer

completamente.

Mientras preparaban el baño y la cena, Susan ayudó a su doncella a desvestir

y asear a las pequeñas antes de tomar un pequeño refrigerio. Les habían

encontrado un lugar para dormir a los cachorros en una de las habitaciones de

abajo que hasta ahora había servido como guarda muebles y de ahora en

adelante sería el lugar donde los animales durmieran. Les permitió bajar a

despedirse de los pequeños cachorritos antes de irse a la cama con la

condición de que se acostaran pronto y así mismo, volvió a sus aposentos

donde observó como vertían los cubos de agua caliente en la bañera hasta

llenarla y dejaban varias jarras de repuesto para aclararse una vez estuviera

enjabonada.

—Pueden marcharse —ordenó Aaron entrando por la puerta que conducía a

su recámara haciendo que las dos sirvientas que había en la habitación, una

de ellas para asistir en el baño y la otra porque traía la cena, le mirasen

extrañadas y después dirigieran su mirada hacia la duquesa para ver si ésta

aprobaba la decisión.

Susan asintió llevándose una mano a los labios para tratar de ocultar su

sonrisa porque sabía perfectamente lo que su esposo pretendía y seguramente

era rememorar aquel baño que se habían dado juntos en aquella casa de

campo y que precisamente no habían repetido.

—Probablemente ahora toda la casa murmurará que mi esposo va a asistirme

mientras me baño —dijo Susan con cierto atisbo de ironía.

—Pueden pensar lo que les plazca querida, pero soy quien da las órdenes en

esta casa. Y ahora mismo solo me apetece darme ese plácido baño caliente

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