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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—¿Estás lo suficientemente cómoda en esta habitación?, Tal vez pueda…

—No —Interrumpió sus palabras colocando uno de sus dedos en sus labios

—. Así es absolutamente perfecta, incluso guarda esa esencia que

probablemente debió impregnar tu madre en ella —admitió Susan.

Antes de que pudiera contestar, se aproximo al duque colocando sus manos

en el pecho de este, cubriendo el tejido de la tela de su camisa que aún

llevaba puesta y esperó que esa noche no se marchase, que se quedase junto a

ella para volver a envolverla entre sus brazos como lo había hecho en aquella

posada perdida a mitad de camino entre Londres y el lugar donde ahora se

encontraban.

Cuando Aaron la alzó llevándola consigo hacia aquella cama y entregándose

por completo a él con cada una de sus caricias, descubrió que de alguna

forma que eximía a su dominio y control, sentía demasiadas emociones en

cuanto a su esposo se refería. A pesar de sus deseos, de mantener la

esperanza de que él se quedase tras aquel encuentro, permaneció en silencio

sin mediar ninguna palabra cuando él se levantó tras recuperar su aliento y

con paso decidido se dirigía hacia la puerta que comunicaba ambas

habitaciones.

—Que tengas una buena noche —mencionó Aaron dándole la espalda.

—Hasta mañana —contestó Susan con la voz algo entrecortada debido a la

sequedad de su garganta.

¿Por qué no le pedía que se quedase?, ¿Por qué sencillamente era tan

complicado hacerlo? Sabía la respuesta, no quería escuchar su rechazo,

tampoco que le diera alguna excusa solo para no afirmar que no deseaba

dormir a su lado, ¿Tan detestable había sido la pasada noche para que no

repitiera? Lo cierto es que por su reacción esa misma mañana habría podido

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