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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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que yacía en el lecho. En ese instante la doncella la observó y posteriormente

se acercó a ella con cautela.

—He traído paños nuevos para que pueda limpiarse y si se siente lo

suficientemente fuerte, puede bajar a desayunar junto a la señora Edna y las

pequeñas que arden en deseos de volver a verla —dijo con suma delicadeza

la joven.

—¿Sentirme fuerte? —exclamó Susan algo contrariada.

—Bueno... algunas damas no pueden levantarse del lecho al día siguiente de

su noche de bodas —contestó directa bajando la mirada.

—¡Oh! Entiendo... —susurró dando por hecho que todos en la casa sabían lo

que había ocurrido entre ella y el duque y aquello la avergonzaba

infinitamente, aunque por otro lado, no solo era previsible que lo supusieran,

sino que además daban por hecho que había sentido dolor en dicha

consumación—. Me siento lo suficientemente fuerte para bajar a desayunar y

conocer al resto de empleados de la casa.

—Es usted una mujer fuerte —contestó Anny sonriente y vio como vertía el

agua en el cuenco de porcelana y le facilitaba los paños nuevos para que se

limpiara—. Cuando guste, pueden prepararle un baño de agua caliente. Así se

sentirá aún más aliviada.

—Quizá antes de acostarme —dijo inconsciente ya que era el momento de

mayor disfrute para ella, puesto que después podía dormir más relajada.

—Por supuesto mi lady —contestó la doncella mientras comenzaba a retirar

las sábanas de seda blanca de aquella enorme cama.

Susan había elegido un vestido en color burdeos. Si había algo de lo que estar

agradecida debido a su nueva condición de casada, era poder abandonar

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