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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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embriagando su cuerpo cada minuto de aquella larga noche.

Notó la intensa mirada que le profesaba aunque estuviera al otro lado de la

habitación, observó detenidamente como se deshacía de la gabardina que

había llevado mientras cabalgaba y la chaqueta dejándolas sobre la butaca

vacía que ella no había utilizado. Se acercó sigilosamente hasta ella y Susan

se percató de que recorría sin ningún pudor su cuerpo envuelto en aquella

prenda. A pesar de que el silencio era embriagador deseó que dijese algo que

rompiera aquella tensión, que no tuviera que ser ella quien lo hiciera puesto

que la incomodidad de su mudez era demasiado apabullante.

—¿Tenéis frío? —preguntó el duque acercándose hasta la chimenea que no

estaba prendida con la intención de hacerlo.

—No demasiado excelencia —contestó Susan tratando de ser cordial a pesar

de la situación.

—¿Utilizáis también ese tipo de prendas para dormir durante el frío invierno?

—preguntó ahora sin mirarla, mientras hincaba la rodilla en el suelo para

encender el fuego que caldease la habitación durante toda la noche.

Susan no supo que responder, ¿Qué si usaba ese tipo de prendas? Realmente

jamás las había usado hasta hacía dos días por lo tanto su respuesta podría ser

negativa, pero se armó de valor a pesar de la vergüenza que aquello le

suponía.

—Es posible —dijo en cierto tono de despreocupación—. ¿Por qué lo

preguntáis?

—Es mi deber informar al personal de la casa de asegurarme que su

habitación esté lo suficientemente caldeada para que no pase frío si su deseo

es llevar prendas livianas.

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