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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—¿Es eso cierto? —preguntó Aaron torciendo el gesto y alzando una ceja

contrariado. Aún era incapaz de asimilar que ella le deseara, que estuviera

complacida de sus obligaciones en el lecho marital, pero a pesar de que los

hechos se habían revelado ante él, sus experiencias previas de anteriores

matrimonios le pesaban manifestando que aquello no podía ser real, que

alguna razón oculta en todo aquello debía existir—. ¿No me teméis?

—Creo que ya os demostré que no os tenía ningún temor excelencia, aunque

puedo demostrároslo las veces que sea necesario —contestó Susan aunando

todo su valor para mirarle mientras le decía aquello y con toda la seguridad

que mantenía en si misma y que ciertamente era escasa, subió sus manos

hasta los tirantes de aquella prenda y los deslizo por sus brazos dejando caer

el vestido, quedando completamente desnuda ante la presencia de su esposo.

Era la primera vez que alguien que no fuera su doncella la veía desnuda y el

pudor que comenzaba a sentir era tan grande que casi eclipsaba su propia

vergüenza. Ni tan siquiera sabía como había sido capaz de haber hecho

aquello, pero lo había hecho y ahora se encontraba con la incuestionable

mirada de su esposo que la miraba de forma despiadada.

Cuando la prenda se deslizó suavemente por las sinuosas curvas de su esposa,

Aaron pudo apreciar que aquellos senos voluptuosos eran aún más

apetecibles de lo que su imaginación y previa apreciación habían tenido. Sin

duda aquellos pezones sonrosados y ahora erguidos clamaban ser besados a

gritos. La delicada piel de su cuerpo era igual de sedosa por su vientre… su

ombligo… hasta perderse en aquella mata de pelo rojizo que había entre sus

piernas. ¡Diablos! Si esa mujer de por sí ya le enloquecía antes, ahora

sencillamente no podría borrar esa imagen de la mismísima venus desnuda

que tenía delante.

Lady Susan era una diosa celestial que había venido a enloquecerlo. Si.

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