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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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En cuanto el papel dejó vislumbrar lo que contenía, Susan emitió un pequeño

sonido de aclamación que contuvo al instante. Se trataba de una prenda de

encaje, absolutamente todo el tejido que la componía era de un fino encaje

blanco que insinuaba a lo largo del vestido la piel que cubriría la persona que

lo vistiera.

—No me puedo poner eso. Es demasiado… demasiado…

—Solo va a verte tu esposo, al fin y al cabo, ya te ha visto desnuda. No creo

que sea tan descarado —contestó Emily con calma.

¿Desnuda?, ¿Verla desnuda? El duque jamás la había visto completamente

desnuda.

—El duque jamás me ha visto desnuda —dijo tratando de sincerarse, después

de todo había confiado en su amiga.

—¡Oh vaya! Que contrariedad —sopesó Emily—, imagino que entonces

causará un mayor efecto de lo que pensaba.

A pesar de la contrariedad, aunque no estaba del todo convencida, finalmente

volvió a casa con aquella prenda sin saber si finalmente la usaría. A pesar de

que lord Buccleuch le había mencionado que se verían durante la cena, algo

le mantenía cierta opresión en el pecho al pensar que quizá podría aparecer de

un momento a otro por aquella puerta y decidirse finalmente a almorzar en

casa. Después de todo aquella mañana había hecho acto de presencia durante

el desayuno, algo nada habitual en él.

—¿Las hijas del duque compartirán también el almuerzo con nosotras? —

preguntó la señora Edna sacándola de su ensoñación.

—Si —afirmó Susan rápidamente—. Almorzarán con nosotras para aprender

etiqueta si el duque no está presente, de lo contrario lo harán en su habitación

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