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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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—¿La señora Edna no nos acompaña? —preguntó Susan algo incrédula.

—No. Se ocupará de la gestión de la casa mientras estamos fuera de la

ciudad.

No vendría. Susan no sabía como encajar la noticia porque aquello

significaba una cosa; ella quedaba fuera de la familia, porque al fin y al cabo

aquello era una escapada familiar. ¿Se lo habría tomado bien? Lo dudaba, por

alguna razón se atrevía a imaginar que el odio de esa mujer contra ella se

hacía cada vez más plausible conforme pasaban los días.

Mientras el carruaje iniciaba su marcha y su doncella Gladys iba junto a la

mayor de las pequeñas; Madeleine y a su lado aferrada a ella se encontraba la

pequeña Diane, no pudo evitar inclinar la cabeza por la ventanilla para

observar el porte con el que el duque de Buccleuch cabalgaba completamente

erguido y con la mirada al frente. Sin duda su figura era elegante y porqué no

decirlo; sumamente atractivo ahora que lo observaba. Nunca había dudado de

la belleza que irradiaba su esposo, sobre todo en lo que transmitía su mirada

con esos profundos ojos verdes, pero sí que no había sentido lo que se

suponía que se debería sentir cuando amas a alguien a pesar de no tener ni

idea de qué se suponía que reflejaba ese sentimiento en uno mismo. Lo que sí

era cierto es que no quería alejarse de él, al contrario, cada vez que le

observaba le apetecía permanecer más tiempo a su lado para descubrir esas

partes que él con tanto empeño trataba de ocultar o que inconscientemente

por su forma de ser no las revelaba.

Había tratado de intentar leer algo para apaciguar la ociosidad que ofrecía un

viaje medianamente largo, solo que su mente era incapaz de concentrarse.

Las pequeñas habían terminado dormidas cuando su doncella les canto varias

canciones y ahora su único entretenimiento era observar el paisaje y como

no… el jinete que caminaba unas pulgadas por delante del carruaje.

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