Hubbard, L. Ronald - Dianética - masoneria activa biblioteca
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fuentes del dolor. La mente analítica puede condescender respecto al amor, el afecto y<br />
la necesidad de tres comidas abundantes. La mente re<strong>activa</strong> recita todas las lecciones<br />
que ha aprendido, y al diablo con las comidas.<br />
Si dejáramos una calculadora en manos de un idiota para que hiciera una<br />
auditoria en los libros de la compañía, y le permitiéramos que no dejase que el auditor<br />
tocara la maquinaria ni los datos que ha de tener para obtener respuestas correctas,<br />
poco es lo que se conseguiría en forma de respuestas correctas. Y si se siguiera<br />
alimentando y engordando al idiota, haciéndolo poderoso, la compañía tarde o<br />
temprano iría a la ruina. La mente re<strong>activa</strong> es el idiota, el auditor es el "yo" y la<br />
compañía es el organismo. El castigo alimenta al idiota.<br />
El impotente asombro de la policía acerca del "criminal reincidente" (y la<br />
creencia policíaca en el "tipo criminal" y en la "mente criminal") se produce mediante<br />
este ciclo. Por una u otra razón, la policía, como los gobiernos, se ha identificado con<br />
la sociedad. Coge a cualquiera de estos "criminales", aclárale y la sociedad recupera<br />
un ser racional de los que no le sobra ninguno. Mantén en marcha el ciclo del castigo,<br />
y las prisiones se harán más numerosas y estarán más llenas.<br />
El problema del niño que ataca a sus padres al "negarse" y el problema de<br />
"Jimmy el Bola" que revienta a un guarda jurado durante un atraco a mano armada,<br />
provienen del mismo mecanismo. El niño, examinado a un "nivel consciente", no es<br />
consciente de sus motivaciones, sino que presentará diversas justificaciones para su<br />
conducta. Cuando a "Jimmy el Bola", que está esperando que esta sociedad tan<br />
sensible le ate con correas a una silla eléctrica y le aplique una terapia de<br />
electrochoque que le hará cesar y detenerse para siempre, se le examine para buscar<br />
sus causas, enunciará múltiples justificaciones para explicar su vida y su conducta. La<br />
mente humana es una maravillosa máquina de computar. Las razones que puede<br />
aducir para explicar actos irracionales han asombrado a todo el mundo, y en particular<br />
a los asistentes sociales. Sin conocer la causa y el mecanismo, las probabilidades de<br />
llegar a una conclusión correcta comparando todas las conductas disponibles son tan<br />
remotas como ganarle a un chino en el juego del fan-tan. De ahí que los castigos<br />
hayan continuado como la respuesta confusa de una sociedad muy confundida.<br />
Hay cinco maneras en que un ser humano reacciona contra una fuente de<br />
peligro. Estas son también las cinco direcciones que puede seguir ante cualquier<br />
problema dado. Y se podría decir que esto es acción de cinco valores.<br />
Aquí resulta apropiada la parábola de la pantera negra. Supongamos que una<br />
pantera negra con especial mal genio está sentada en las escaleras, y que un hombre<br />
llamado Gustavo está sentado en el salón. Gustavo quiere irse a dormir, pero la<br />
pantera está ahí. El problema es subir las escaleras. Hay cinco cosas que Gustavo<br />
puede hacer con esta pantera: (1) puede atacar a la pantera negra; (2) puede salir<br />
corriendo de la casa y huir de la pantera negra; (3) puede usar las escaleras de atrás y<br />
eludir a la pantera negra; (4) puede desentenderse de la pantera negra; y (5) puede<br />
sucumbir ante la pantera negra.<br />
Estos son los cinco mecanismos: atacar, huir, eludir, desentenderse o sucumbir.<br />
Se puede ver que todas las acciones caen en estas cinco direcciones, y todas<br />
estas acciones son visibles en la vida. En el caso de una fuente de castigo, la mente<br />
re<strong>activa</strong> puede sucumbir ante ella, desentenderse de ella, eludirla, huir de ella, o<br />
atacarla. La acción está dictada por una complejidad de engramas y depende de cual<br />
entre en reestimulación. Sin embargo, este torbellino de reacción se resuelve de una<br />
de las cinco formas.<br />
Si a un niño se le castiga y después de eso obedece, puede considerarse que ha