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Hubbard, L. Ronald - Dianética - masoneria activa biblioteca

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trance profundo, pero sin embargo "permanecen atorados" estando despierto.<br />

Definitivamente, no se aconseja el trance de amnesia: ha estado sometido a mucha<br />

investigación, y se ha encontrado que es tan incómodo para el paciente como<br />

atormentador para el auditor. Sin embargo, si no se pueden usar otros métodos por<br />

una u otra razón (y ninguna de estas razones incluye el deseo del preclaro, quien, si el<br />

auditor le dejara, suplicaría drogas, hipnotismo y sugestión imperativa, en un esfuerzo<br />

por escapar de sus engramas, y quien, si se le permitiera, tendría un caso<br />

maravillosamente liado para que el auditor lo desenredara), se puede usar el trance<br />

amnésico, pero siempre con la mayor precaución y siempre con el pleno<br />

conocimiento de que la recuperación del paciente se retarda, tanto como el triple, pues<br />

trabajar al mismo nivel que el banco de engramas deja en el analizador circuitos sin<br />

usar en la descarga. Lo mejor es la evocación.<br />

Problemas externos de los pacientes<br />

Puede suceder que un paciente que ha hecho progresos, de repente deje de<br />

progresar. La respuesta puede encontrarse en otra parte que no sea la terapia. El<br />

entorno del preclaro puede ser tan intensamente reestimulante que él está distraído,<br />

siempre en reestimulación, y, por tanto, marcha despacio. En un caso así, puede<br />

descubrirse que el preclaro (como en un caso) ha hecho un trato con el esposo o la<br />

esposa que desea el divorcio en el sentido de que él o ella esperará hasta que el<br />

preclaro esté aclarado. Otras situaciones de naturaleza vital pueden darle un valor<br />

ambiental al hecho de no estar aclarado. Al auditor no le concierne la vida privada de<br />

sus preclaros, pero en un caso en que las situaciones existentes están dificultando la<br />

terapia en sí, el auditor, con su tiempo en juego, tiene todo el derecho a descubrir la<br />

razón. La computación final de todas estas razones será alguna ventaja ambiental, en<br />

no ser claro. Retirar al preclaro temporalmente de su casa, por ejemplo, puede<br />

cambiar su entorno y hacer que la terapia avance. El auditor tiene derecho a pedir que,<br />

claro o no, el paciente resuelva el problema por iniciativa propia. Es frecuente que los<br />

preclaros no se den cuenta de que son liberados, pues la meta de claro es tan brillante<br />

que dejan de compararse con el normal que ya han superado.<br />

Normalmente, se puede esperar que un paciente se introvierta en un grado muy<br />

marcado en el curso de la terapia dianética. A medida que progresa el caso, esta<br />

introversión llega al máximo al haber llegado a las tres cuartas partes de la terapia,<br />

más o menos, y luego remite. La ambiversión es una marcada característica del claro.<br />

Cuando la introversión ha sido marcada, una muestra bastante buena del avance del<br />

caso es el interés del preclaro en las cosas externas.<br />

Casi todos los preclaros hablan mucho de sus engramas hasta que son liberados<br />

muy consistentes. Si no hablan de sus engramas en la conversación normal, el auditor<br />

puede sospechar que hay algo muy protegido en el banco de engramas referente a la<br />

necesidad de proteger algo; el auditor puede actuar en consecuencia. Aunque el<br />

auditor puede cansarse de tal conversación, ésta le revela, no obstante, mucho<br />

material nuevo si observa las frases que el preclaro usa acerca de los engramas.<br />

Es muy, muy cierto que la aberración está causada por lo que se le ha hecho al<br />

paciente, no por lo que ha sido hecho por el paciente. Las acciones del paciente al<br />

dramatizar, al cometer crímenes, etc., no son aberrativas para el paciente. Por lo tanto,<br />

las actividades del preclaro no tienen porqué preocupar al auditor en absoluto. Se han<br />

resuelto casos completos sin que el auditor supiera de qué vivía el preclaro. Aunque

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