Hubbard, L. Ronald - Dianética - masoneria activa biblioteca
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escupir. Escupir es lo mismo que caballos, y es lo mismo que Dios. La mente re<strong>activa</strong><br />
es un Abundio entusiasta que mete las manos cuidadosamente en cada pastel. Así,<br />
cuando se le dice a un hombre que debe borrar el contenido del banco reactivo, puede<br />
decir que está seguro de que si lo hiciera perdería toda su ambición. Estate seguro -y<br />
qué fácilmente se comprueba esto en la terapia, y cómo se les ponen las orejas<br />
coloradas a muchos preclaros- de que tiene un engrama que más o menos puede ser<br />
algo así:<br />
(Golpe o sacudida, prenatal)<br />
Padre: Maldita sea, Inés, tienes que deshacerte de ese maldito bebé. Si no lo<br />
haces nos vamos a morir de hambre. No me lo puedo permitir.<br />
Madre: Ay, no, no, no. No puedo deshacerme de él. ¡No puedo, no puedo, no<br />
puedo! De verdad. Yo le voy a cuidar, créeme. Voy a trabajar, a esclavizarme y a<br />
mantenerlo. Por favor, no me hagas deshacerme de él. Me moriría. ¡Perdería la<br />
cabeza! ¡Me volvería loca! No tendría ninguna esperanza. Perdería todo mi interés en<br />
la vida. Perdería mi ambición. ¡Por favor, déjame conservarlo!<br />
¡Qué común es ese engrama! Y qué sincero, "racional" y serio puede ser un<br />
aberrado al apoyar la conclusión que acaba de "pensar", la "computación" de que si<br />
"se deshace de ello", perderá la cabeza y perderá su ambición y ¡quizá, incluso muera!<br />
Mientras se está escribiendo esta obra, la mayoría de los engramas que se<br />
encontrarán en adultos vienen del primer cuarto del siglo XX. Este fue el período de:<br />
"¡Ajá, Jack Dalton, al fin te tengo en mis manos!". Fue el período de "Sangre y<br />
arena" y Theda Baras. Fue el período del güisqui clandestino y del voto femenino.<br />
Cubrió los días de "juventud ardiente" y de "que vienen los yanquis", y trozos de tal<br />
ambiente exigirán acción en los bancos de engramas. Los auditores dianéticos han<br />
sacado pasajes completos de la gran obra teatral "El borracho", de engramas<br />
prenatales, no como un divertido trozo de cursilería, sino como un sincero y<br />
apasionado esfuerzo de mamá por reformar a papá. Superdrama, melodramón. Y no<br />
sólo eso, sino también tragedia. La resaca de los alegres noventa, cuando la "chica de<br />
negocios" apenas comenzaba a ser "libre" y Carrie Nation estaba salvando al mundo a<br />
expensas de los cantineros, será un menú frecuente en los engramas encontrados en<br />
los adultos de hoy. Los tópicos y absurdos de ayer se transforman trágicamente en las<br />
órdenes engrámicas de hoy. Por ejemplo, se encontró que un joven muy, muy<br />
taciturno, tenía como motivación central de su mente re<strong>activa</strong> las históricas<br />
vacilaciones de Hamlet sobre "ser o no ser, esa es la cuestión". Mamá (que era lo que<br />
estos auditores que gustan de hablar en jerga llaman un "lío") lo había obtenido por<br />
contagio de un padre actor, cuyo fracaso al no ser un Barrymore le había llevado a la<br />
bebida y a golpear a su mujer; y nuestro joven se pasaba las horas sentado, en<br />
taciturna apatía, cavilando sobre la vida. Su psicosis se clasificaba simplemente como<br />
"joven apático".<br />
La mayor parte del contenido engrámico se compone meramente de tópicos y<br />
lugares comunes y crisis emocionales de mamá o papá. Pero el auditor tendrá sus<br />
buenos momentos. Y cuando de pronto conozca esos engramas, el preclaro tendrá sus<br />
risas.<br />
En otras palabras, la aberración puede ser cualquier combinación de palabras<br />
contenidas en un engrama. Por tanto, la clasificación por aberración no sólo es del<br />
todo imposible, sino completamente innecesaria. Después de que un auditor haya<br />
recorrido un caso, estará mucho más capacitado para apreciar esto.