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Hubbard, L. Ronald - Dianética - masoneria activa biblioteca

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siquiera importan sus maliciosas observaciones al auditor durante las sesiones, la<br />

condición no puede mantenerse para siempre. La personalidad básica está intentando<br />

abrirse paso; el "yo" está intentando unificar al ser. Incluso el trabajo indiferente, a la<br />

larga, liberará suficiente carga de un caso y reducirá suficientes engramas como para<br />

traer una mayor estabilidad al paciente. La personalidad básica se hace más y más<br />

fuerte y gana por lo tanto mayor autoconfianza. La introversión causada por el<br />

esfuerzo continuo por alcanzar el mundo interior del banco de engramas se<br />

desintensifica y tiene lugar una mayor y mayor extroversión a medida que avanza el<br />

caso. El camino de salida es tratar al paciente suavemente y bien, y un día él será<br />

liberado o claro. Pero mientras tanto, si detienes la terapia en alguien, no te<br />

sorprendas de nada de lo que suceda; sólo puedes remediarlo reanudando el caso.<br />

Evaluación del auditor<br />

El auditor debe hacer mucha evaluación para sí mismo. Él no evalúa ni fuerza a<br />

su preclaro a hacer ninguna computación. Si el preclaro computa que esto era lo que<br />

le estaba enfermando, entonces esto es lo que el auditor acepta. Explicar al preclaro<br />

qué era lo que había en el engrama que le afectaba así y así, no sólo es una pérdida de<br />

tiempo, sino que confunde al preclaro. La razón por la que un auditor evalúa es para<br />

asegurarse de que no está aceptando datos imaginados o datos incompletos como<br />

engramas.<br />

Un incidente no se aliviará a menos que los datos en él sean correctos: esto es<br />

automático. Cambia una sola sílaba en el engrama, y éste se aferrará. O, si parece que<br />

se va, regresará. Así que no hay que temer que ningún incidente que se reduce al<br />

relatarlo sea incorrecto. Los datos en él deben ser más o menos correctos o no se<br />

reduciría así. Por lo tanto, el auditor que pone en duda incidentes, datos, o juega a ser<br />

Dios de algún otro modo, va a tener en sus manos un caso completamente estropeado<br />

antes de que llegue muy lejos, y va a tener un individuo que no está progresando. Si el<br />

individuo comienza a recorrer un engrama en el que mamá está acostándose cori<br />

cinco esquimales, déjale recorrerlo y nunca, nunca, nunca le digas que te parece que<br />

no era cierto. Si le dices al individuo que te parece que está imaginando cosas, puede<br />

que le des un grave revés. Dile que mamá tenía sus motivos y te has aliado con la<br />

oposición; tú no estás atacando al engrama, estás ayudando a mamá a atacar al<br />

individuo. Criticar, corregir o juzgar de otro modo al preclaro no tiene la más mínima<br />

cabida en <strong>Dianética</strong>, y hará más por frenar un caso que cualquier otra acción<br />

individual. Un auditor que pone en duda el material que se le da puede estar<br />

practicando brujería, acupuntura china, chamanismo o vudú, pero no está practicando<br />

<strong>Dianética</strong>. Y no obtendrá resultados. Una observación al individuo como "creo que<br />

estás equivocado al pensar que tu madre intentara abortarte" o "creo que lo estás<br />

imaginando" podría hacer retroceder a tu preclaro cincuenta horas. El auditor no<br />

critica o juzga al preclaro, ni evalúa en su lugar el material.<br />

La auditación se hace toda privadamente y para uno mismo. Si el paciente acaba<br />

de relatar su quinto accidente de tren prenatal, puedes estar seguro de que te has<br />

topado con alguna fábrica de mentiras en algún engrama. El modo incorrecto de<br />

proceder a corregir esto es comunicárselo al preclaro. El modo correcto de proceder<br />

es encontrar la fábrica de mentiras, un engrama que contenga una observación como<br />

"¡dime algo, dime algo! No me importa, siempre y cuando digas algo. Pero, por amor<br />

de Dios, no me digas la verdad, ¡no puedo soportarla!" o "no puedes decirle la verdad,<br />

le haría demasiado daño". Hay miles de formas de fábricas de mentiras. Y no son<br />

demasiado infrecuentes.

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