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Hubbard, L. Ronald - Dianética - masoneria activa biblioteca

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epetitiva, de retorno y demás, localizaría al final en ellos mismos cualquier engrama<br />

y borraría el banco, de modo que rearchive adecuadamente. El uso del signo facilita la<br />

auditación.<br />

En el caso del aliado puro, el campeón de la verdad, al final también llega la<br />

técnica estándar. Pero, cómo allana el camino algunas veces el uso del signo, ya que<br />

el signo puede ser tan alarmantemente extraño como un elefante en la jaula de un<br />

pájaro. Hace falta un aliado real para mantener algunas de estas extrañas costumbres.<br />

Compara al preclaro con su ambiente, educación, sociedad y profesión. Observa<br />

qué no parece pertenecerle entre las cosas que usa, los objetos que adora y las<br />

peculiaridades que sus amigos encuentran tan extrañas. Luego averigua si él o su<br />

esposa sabían de alguien que hiciera aquellas cosas o a quien le gustaran aquellas<br />

cosas.<br />

No supongas de todo esto que nuestro claro ha desechado toda peculiaridad<br />

extraña. El autodeterminismo es individualidad en extremo; la personalidad es<br />

inherente y, revelada por medio del aclaramiento, sobresale mucho por encima del<br />

aberrado. Los engramas comprimen a un hombre y lo hacen pequeño y asustadizo.<br />

Liberado, su poder entra en juego. El engrama de compasión es para un hombre como<br />

una muleta cuando tiene dos robustas piernas. Pero oh, el preclaro solloza cuando<br />

pierde al viejo tío Agustín, cuya costumbre de escupir en el suelo, cuando se<br />

trasplantó, tanto asombró a los amigos y socios de negocios de nuestro preclaro. Pero<br />

la pena es breve, normalmente la media hora que lleva el extraer el engrama de<br />

compasión. De repente el preclaro recuerda al tío Agustín, recuerda mil cosas que él y<br />

el tío Agustín solían hacer, puesto que el engrama tenía al tío Agustín ocluido y fuera<br />

de la vista del "yo", perdido entre todas esas cosas. Aunque podría haber dicho en el<br />

engrama: "Muy bien, ya, ya, ya, Roberto. Cuidaré de ti. No le des más vueltas.<br />

Estarás perfectamente. Ya, ya, ya. Pobre amiguito. Vaya terrible sarpullido que tienes.<br />

Qué agitado estás. Ya, ya, ya, Roberto. Estarás perfectamente mientras yo esté aquí.<br />

Yo cuidaré de mi Roberto. Ahora duérmete. Duérmete y olvídalo". Y Roberto estaba<br />

"inconsciente" todo el tiempo y nunca lo "supo".<br />

Después tuvo un socio que se parecía al tío Agustín (pero que resultó ser tonto),<br />

y cuando se arruinó contrajo de algún modo un sarpullido y una tos crónica, y se puso<br />

muy "agitado" acerca de los asuntos de sus negocios. Se aficionó a escupir en el<br />

suelo, sin importarle dónde estuviera; su salud empeoró, y él empeoró; pero si le<br />

hubieras preguntado sobre algunos tíos antes de que entrara en terapia, él habría sido<br />

muy vago. "Dame una respuesta relámpago", dice el auditor. "¿Quién solía escupir en<br />

el suelo?" "El tío Agustín", contesta el preclaro. "Vaya, eso es divertido (carraspea,<br />

escupe), no había pensado en él durante años. Sin embargo, nunca estaba mucho<br />

tiempo por allí". (No más de diez años seguidos, puede descubrir el auditor.) "No<br />

supongas que él es importante. Tomemos a la señora Garigol, aquella profesora que<br />

tuve..." "Volvamos ahora a la época en que el tío Agustín te ayudó", dice el auditor.<br />

"La banda somática volverá ahora a la época en que tu tío Agustín te ayudó". "¡Siento<br />

como si me ardiera la piel!" se queja el preclaro. "Esto debe ser... ¡eh, es mi alergia!<br />

Pero no veo a nadie. No, espera, tengo la impresión de que hay alguien. Alguien..., ¡<br />

vaya, es el tío Agustín!" Y lo recorre, y el sarpullido desaparece. Pero quizás el<br />

auditor tuvo que conseguir un centenar de engramas antes de que consiguiera éste. Y<br />

entonces, el preclaro recuerda de repente cosas sobre él, sobre el tío Agustín y sobre<br />

la época, pero sigue con la terapia.<br />

Un completo acordarse parece ser sinónimo de cordura completa. Pero no<br />

supongas, sólo porque un claro se libre de sus tíos Agustín y su costumbre de escupir<br />

en el suelo, que no cederá ahora a cualquier excentricidad. La diferencia es que él no

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