Requena Sáez, María del Corpus_5.pdf - RUA - Universidad de ...
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palestra pública. No se trata <strong>de</strong> una elite que trabaja en la capital <strong><strong>de</strong>l</strong> Reino, sino aquéllos que<br />
son la minoría selecta y rectora <strong>de</strong> sus pueblos o ciuda<strong>de</strong>s, que impulsan con su palabra y su<br />
acción el movimiento <strong>de</strong> la regeneración. Estos “intelectuales” son quienes provocan<br />
verda<strong>de</strong>ramente el movimiento o la parálisis <strong>de</strong> un pueblo (aunque sus puntos <strong>de</strong> referencia<br />
i<strong>de</strong>ológicos están en los “intelectuales” activos <strong>de</strong> reconocido prestigio). Ellos son los<br />
“factores, no sólo importantes, sino indispensables para que la producción i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> los que se<br />
hallan encima llegue a ser un hecho y fructifique en el campo humano” (ap., 1905, p. 76).<br />
Partía <strong><strong>de</strong>l</strong> cambio realizado anónimamente, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo, hacia el cénit i<strong>de</strong>al.<br />
El adjetivo “intelectual” <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser aplicado a “las operaciones o los productos<br />
superiores, los más elevados, que señalan el fin <strong>de</strong> la serie” (ibid., p. 77). Como los periodos<br />
históricos esplendorosos, que fueron consecuencia <strong>de</strong> una crisis, y conllevaron una gestación<br />
previa, como es el caso <strong>de</strong> los Reyes Católicos. Alu<strong>de</strong>, también, a Vische, que <strong>de</strong>mostró que<br />
“se pue<strong>de</strong> ser ‘intelectual’ sin ser literato, ni orador, ni maestro”. Él había encontrado<br />
“hombres cultos que trabajan con sus manos en los oficios en los que se ganan la vida<br />
[aunque] la irresistible presión <strong>de</strong> los prejuicios -irresistible, hasta que la experiencia propia la<br />
contrarresta con hechos- me había llevado a pensar que las ocupaciones intelectuales eran<br />
patrimonio exclusivo <strong>de</strong> la gente profesional y que el resto <strong>de</strong> los hombres tenía que ser<br />
forzosamente vulgo, filisteo [...]” (ibid., p. 77). El pesimismo al que “nuestra <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia<br />
actual nos arrastra, nos hace reducir, todavía más <strong>de</strong> lo que realmente es, el círculo <strong>de</strong><br />
personas cultas o amantes <strong>de</strong> la cultura” (ibid., p. 78).<br />
La esperanza para nuestro país, los que realizarán el cambio i<strong>de</strong>al, serán aquellos<br />
intelectuales que a pesar <strong>de</strong> realizar su trabajo diario, poseen inquietu<strong>de</strong>s que los llevan a<br />
conocer y cambiar el torcido rumbo <strong>de</strong> la sociedad: “[...] esos intelectuales ignorados,<br />
retraídos, [son] el fondo <strong>de</strong> reserva social que nos mantiene todavía a flote, que hará posible la<br />
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