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2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio

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Las Raíces del Viento<br />

102<br />

Soneto<br />

A espaldas del domingo y las escuelas<br />

la lumbre de septiembre comió vidas.<br />

¿Qué es el hombre? Bajadas y subidas.<br />

Un lugar de torcidas callejuelas.<br />

En el alma del hombre hay carabelas<br />

que navegan por aguas muy podridas,<br />

las culpas de esta lumbre son sabidas,<br />

septiembre lo ha cantado en las plazuelas.<br />

Insólitos asuntos escabrosos<br />

cubrieron el dolor de mucha gente<br />

con mantos de tejidos poderosos.<br />

Nunca estuvo la ausencia más presente,<br />

de aquellos que juraron, bondadosos,<br />

curarte con la luz del Presidente.<br />

(5 de julio de 2007)<br />

Sucedió la madrugada del jueves 5 de julio. Estaba lloviendo y el aire olía a hierba florecida<br />

en campo nuevo, a hojas recientes y tierra removida. Pero de pronto todo empezó a arder, es<br />

decir, el cielo y las nubes se tiñeron de un color encendido que no era el amarillo pero tampoco<br />

completamente el rojo. A la distancia y cerca era lo mismo: un extraño zumbido se había apoderado<br />

del entorno, haciendo pensar a cualquiera, que seguramente un enorme aerolito estaba a punto<br />

de estrellarse contra la superficie del planeta. La atmósfera, el sonido, hacían pensar que una especie<br />

de Armagedón había llegado. Varios así lo supusieron, ajenos a la página de aquella realidad,<br />

recientemente escrita con las intenciones de golpear al gobierno del michoacano Felipe Calderón<br />

Hinojosa, electo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en una polémica jornada que, al<br />

final, casi el mismo número de dudas y certezas dejó flotando en los ambientes sociales y políticos<br />

de México. A esas horas del alba, la gente buscaba en los noticieros algo que la sacara de la duda,<br />

alguna pista de lo que veían y escuchaban, fuera de las imaginaciones de leyenda que caminaban<br />

como todo un ejército de hormigas, hasta que se escuchó, lejana y densa, la segunda explosión,<br />

confirmando la sospecha de que aquel zumbido no era otra cosa sino el gas escapándose de los<br />

conductos de Petróleos Mexicanos. La llamarada fue imponente, tal vez como un volcán. Una<br />

aterradora imagen se levantó de la llanura, visible a más de setenta kilómetros. Y otra vez el pánico,<br />

la angustia de la aterrada población, tan hecha ya a las desagradables situaciones. A esas horas, dos<br />

trabajadores del periodismo radiofónico: José Meza y Linneth Rubio, transmitían a todo el Bajío lo<br />

que estaba sucediendo. Pero también el Internet ya daba cuenta de que no sólo había sido <strong>Celaya</strong>,

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