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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
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verdad, se llevaron la noche interpretando lo mejor de su repertorio, desde Vereda tropical hasta<br />
Rogaciano el Huapanguero. Ya en otra ocasión, en los años treinta, durante la cena de coronación de<br />
la Reina de Navidad, la señorita Irma Chapa, había visitado <strong>Celaya</strong> un cantante y actor desconocido<br />
de nombre Pedro Infante, el cual, por cobrar poco, estuvo al alcance de las posibilidades del<br />
grupo de apoyo de la reina. Y más antes, en la década de los 20, en la Plazuela de San Agustín de<br />
<strong>Celaya</strong>, el joven Mario Moreno Reyes recibió el apodo de “Cantinflas” cuando una humilde mujer<br />
vendedora de tamales y atole así le llamó al verlo tan flaco y tan simpático, de acuerdo a lo que el<br />
propio mimo le narró al periodista Ricardo Perete, para el diario Excélsior. Pero no fue la única vez<br />
que grandes figuras vinieron a <strong>Celaya</strong>. Tanto al escenario de la XENC, como al posteriormente<br />
famoso Cine Colonial del Circuito Montes del Bajío, S.A. La Sala de Espectáculos de este grandioso<br />
teatro cine fue inaugurada el 24 de noviembre de 1945, con la luminosa presencia nada menos que<br />
de Pedro Vargas, Chelo Flores, Pepe Agüeros y el Trío Tariácuri. Era alcalde la ciudad don Salvador<br />
Montes y gerente de cine el señor Vicente Álvarez. Desde el primer momento, la iluminación causó<br />
asombró; especialistas de la Casa Neón Occidental, S. de R. L., de Guadalajara, habían tenido bajo<br />
su responsabilidad esta encomienda. Se dice que el equipo sonoro correspondió a la marca R. C.<br />
A. Víctor, de alta fidelidad, el cual fue vendido por la casa del señor Adrián Díaz Córdoba, ubicada<br />
en el Portal Progreso Núm. 13; y que las obras de readaptación fueron realizadas por el arquitecto<br />
Carlos Crombé y el Ing. Antonio Estefan. En cuanto a la decoración, ocuparon los sitios más destacados,<br />
al fondo, dos carabelas, como simbolizando un sueño: el sueño de la imaginación y la locura<br />
de descubrir la noche, que es arte, grito, imagen, redención. A la entrada, sobre la taquilla, destacaba<br />
un enorme escudo de la ciudad, elaborado por el artista Salvador Zúñiga Cardona, director de<br />
la Escuela de Artes Plásticas de <strong>Celaya</strong>. También se develó una placa metálica con la siguiente<br />
leyenda:<br />
"La sociedad y el público celayense encontrarán en este Teatro el esparcimiento honesto y digno<br />
de su cultura y que ha menester su espíritu para continuar con ánimo de lucha cotidiana. Aceptadlo como un<br />
Templo de Arte para solaz, recreo e ilustración de sus habitantes, teniendo en cuenta el esfuerzo que significa<br />
la realización de una obra de esta naturaleza".<br />
Esa noche se proyectó la película en technicolor "Feliz y enamorada", con la estrella<br />
norteamericana Diana Durbin. El costo de la entrada fue de: luneta, 7.00; y galería, $2.00. Más<br />
tarde se ofreció un baile en la Presidencia Municipal con la Orquesta de Valle de Santiago, con<br />
invitación rigurosa: las damas con traje de noche y los caballeros de etiqueta o traje negro. Noche<br />
de larga fiesta, sin imaginar que unos años más tarde (el 24 de junio de 1953), el grandioso e<br />
inmensamente popular escenario sería consumido por el fuego desde las siete de la mañana hasta<br />
las tres de la tarde. Y remodelado y vuelto a echar a andar, aunque en su interior ya no hubiese<br />
carabelas, sino los dos grandes escudos de la ciudad y de Guanajuato, que hasta el fin de sus días<br />
allí lucieron, ambos obras del creedor Zúñiga Cardona. Con los años fueron surgiendo nuevas<br />
figuras de la voz y del arte de la actuación: las películas, los discos, la radio y el periódico los hacían<br />
famosos. Fue así que en 1959, para las Fiestas de la Navidad, con el patrocinio de la firma refresquera<br />
Pepsi-Cola, se instaló un “magnífico teatro" en el corazón de la "grandiosa e importante