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2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio

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iba a salir la muerte,<br />

o aunque fuera un espejo<br />

para admirarse la última lágrima.<br />

No eran más de las tres en todo el sol<br />

ni en todo el aire lleno de sombrillas.<br />

La fe olía a mujeres llorando<br />

ante las estampas de la crucifixión.<br />

Judas ya estaba calcinado<br />

en el arbusto de su desesperanza.<br />

Los vendedores volvían a sus hogares<br />

con la codicia satisfecha<br />

y el cielo atravesaban<br />

unas nubes de pánico.<br />

El ave de la tarde puso un huevo<br />

en las montañas donde tiene su nido<br />

y desde allá se comenzó a ver cómo<br />

realmente todo ya estaba consumado.<br />

CELAYA Y SUS FALLAS GEOLÓGICAS<br />

Historia de la Diócesis de <strong>Celaya</strong><br />

En 1977, el segundo domingo del mes de agosto, tras una noche de tormenta y vientos<br />

tristes, una noticia recorrió <strong>Celaya</strong>, sacudiéndola desde las raíces hasta la última flor de su llanura<br />

inmensa: el nacimiento de una extraña grieta en los terrenos aledaños a la Escuela Secundaria<br />

Nattahí, en Las Insurgentes. Muchas personas acudieron a mirar aquéllo, que, de verdad, impresionaba<br />

por la manera como la tierra se había partido en dirección de sur a norte, con una longitud<br />

de casi dos kilómetros y una profundidad de seis a siete metros, en algunos tramos, por tres, cuatro<br />

y hasta seis de ancho. Pero nadie imaginó que eso era sólo el principio de una serie de fracturas<br />

que a partir de entonces se registrarían en toda la ciudad, principalmente en el oriente. En los años<br />

siguientes, poco a poco se fueron reportando nuevas fracturas del terreno, afectando casas, calles,<br />

edificios, colonias, no nada más Las Insurgentes. Definitivamente, <strong>Celaya</strong> en muchos aspectos dejó<br />

de ser aquella luminosa planicie que hasta en los solares y jardines de sus casas producía hortalizas.<br />

La desmesurada explotación de sus acuíferos -a través de pozos -iniciada en 1955-, fue el detonante<br />

principal de esta nueva era, la cual ha traído como consecuencia que, en la actualidad, los<br />

niveles del agua subterránea se hallen a más de doscientos y hasta trescientos metros de hondo,<br />

cuando en los años 20, 30 y 40, con sólo rascar el suelo con un palo de escoba brotaban manantiales.<br />

Naturalmente que aún no había la presa Ignacio Allende, inaugurada por el presidente de<br />

México Gustavo Díaz Ordaz, en el año de 1968. De alguna manera, el río Laja servía para estar<br />

alimentando los huecos que hay debajo, pero a partir de entonces dejó de llevar agua todo el año<br />

y se le abrió el camino a la catástrofe. Dicen los especialistas que la Ciudad de <strong>Celaya</strong> se encuentra<br />

en el borde suroccidental de una fosa tectónica alargada, en dirección de norte a sur, con una longi-<br />

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