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2010_CEOCB_monografia Celaya.pdf - Inicio

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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />

136<br />

la ciudad o el campo. Y yo no descansaba ni un momento: a la hora de mis tareas, componía; si iba<br />

al rancho, también allá dejaba salir los sentimientos, dedicados a la naturaleza y a quien a cada uno<br />

le dio lo que merece. Existen unos sonetos que alguien le dedicó al licenciado Ignacio Guiza Fuentes.<br />

Coco, su hijo, me regaló una copia a cambio de una de la semblanza que me hizo su papá. Los<br />

quiero mostrar sólo para que se vea mejor quién era mi maestro, que alma y qué corazón tuvo en<br />

su pecho. Marchó en el año 2003, en el mes de octubre, pero hasta su muerte vivió iluminado por<br />

la grandeza que da a los hombres el pensamiento y la cultura. Todos los sábados lo escuchábamos<br />

hablar en Radio Tecnológico, en el programa “Diezmo de Palabras” que hizo historia desde la<br />

Ciénega Prieta, de donde llegamos los Montoya, hasta Salvatierra y Moroleón, Yuriria, Irapuato y<br />

toda la región donde es Camémbaro. Don Ignacio…, mi amigo, gran maestro. Primero sus palabras,<br />

después los versos que alguien compuso para él:<br />

“Cuando niña, cuidaba ovejas en la heredad de su abuelo, pero su padre, viendo su sencillez, la<br />

tomó de la mano y la llevó a la escuela de su pueblo, donde aprendió el alfabeto. Cuando la conocí vestía aún<br />

uniforme y calceta blanca, estudiaba en un colegio de monjas, en la calle Juárez. Su poesía llegó a mí, la<br />

busqué y al platicar con ella encontré en un alma demasiado joven una gran sensibilidad, una manera muy<br />

clara y firme de dar al exterior la grandeza de su espíritu y de la vida campirana, donde pasó la primera<br />

etapa de su vida… Su infancia entonces llena de la frescura de los campos, de la libertad de las flores y del<br />

canto de los pájaros. Auguro a su futuro un gran éxito en las letras, para llevar por el mundo el mensaje de su<br />

poesía hecha flor, canto y arrullo”.<br />

En verdad, hasta parece que lo vuelvo a ver, observándome a la hora en que le declamaba<br />

mis estrofas, escuchándolo decirme: tú vas a volar muy alto, paloma del trigal, alondra de los<br />

campos, espiga de oro de la llanura inmensa, mariposa color de rosa de los cielos, blanca azucena<br />

bañada de rocío, algún día, tal vez pronto, muchos sabremos que en <strong>Celaya</strong> floreció el vergel”.<br />

EL CÍRCULO LITERARIO “ALFONSO SIERRA MADRIGAL”<br />

A principios de la década de los setenta, el Circulo Literario “Alfonso Sierra Madrigal”<br />

agrupaba a la mayoría de los escritores y poetas residentes en <strong>Celaya</strong> y la región. Había sido fundado<br />

a finales de los sesenta por el poeta José García Miranda, y Sarita solía asistir, aunque no con<br />

demasiada frecuencia, debido a sus ocupaciones al frente de los cultivos y demás actividades filantrópicas<br />

que ya desde entonces le brotaban como manantiales en el alma. En aquel grupo se declamaba<br />

y se leía, pero también se criticaban los trabajos, sin llegar a ser precisamente un taller literario.<br />

En aquellos ambientes, Sarita Montoya ocasionalmente se presentaba a leer y ya desde entonces<br />

algunas personas recitaban las estrofas sin malicia de la autora de Tamayo, como ésta:<br />

Con Bárbara Perrusquía<br />

está Margarita Torres,<br />

tan linda como su tía,<br />

¡oh, tiempo, nunca las borres!

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