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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />

200<br />

Alfredo Ojeda Villagómez pudo<br />

con la fuerza de ser enorme artista<br />

romperle a la tiniebla el ciego nudo.<br />

Y regresarnos otra vez la vista<br />

para ver a ese prójimo desnudo<br />

que a diario mata el frío capitalista.<br />

EL MURALISMO RELIGIOSO<br />

DE ALFREDO OJEDA VILLAGÓMEZ (1922-2005)<br />

“EL TEMA RELIGIOSO en la pintura, es tan antiguo como el género humano. Recurrir<br />

con plegarias a un Ser superior es algo innato en el hombre. Darle imagen visual a una divinidad,<br />

a un santo o a un paraíso, es papel del pintor, procurando que la colorida representación irradie<br />

bondad, caridad, tristeza, sufrimiento, la gloria o el averno… Uno de los temas religiosos más<br />

procurados en la era cristiana por frailes y artistas plásticos, fue el de Jesús, José y María de Nazaret.<br />

Alfredo Ojeda vació su retórica colorística en poblaciones como Juventino Rosas, Gto, en el<br />

franciscano templo de la Santa. Cruz en 4 monumentales murales. Ahí, en el presbiterio del lado<br />

de los ocasos, se puede admirar al santo de Asís en acción mítica, bajando a Jesús de la Cruz ya<br />

muerto. En otro, pintó también a Francisco pero ahora en gran comunión con Dios, en espiritual<br />

escena nocturna, preñada de gran dosis de misterio que arrebata por sí mismo con su claroscuro<br />

intenso. Los otros dos murales santacrucenses platican amplio de otro calvario: el andado por la<br />

Cruz, poco después que bajaron de ella al hijo de Dios ya difunto. EN CORTAZAR, GTO, en el<br />

santuario de San José, mora un par de murales con temática del padre putativo de Jesús. Uno, del<br />

lado de las auroras, narra la revelación que un ángel le susurró en sueños para enterarlo de los<br />

planes de Dios al elegir a su esposa María para madre de su unigénito, Jesús, sin mediar varón, sólo<br />

por intercesión del Espíritu Santo. Al lado poniente del presbiterio, se engalana otra vieja pared<br />

con una bien lograda escena de “La Huida a Egipto”, en una interpretación de aquel sobrecogedor<br />

drama, estrujante momento en tiempo y espacio, mostrado con maestría en el todo y en sus<br />

fragmentos. OCHO MURALES ojedistas más, yacen en yeso vertical, también con argumentos<br />

religiosos, presencia espiritual y, por supuesto, gran puñado de visión plástica. Todos desperdigados<br />

por diferentes rumbos del terruño guanajuatense, resguardados por estrictos ojos franciscanos.<br />

EL PINTOR OJEDA, además de narrar en grandes espacios, también caminó fuerte la vereda<br />

del caballete con variados asuntos, en particular, el retrato, en el que por costumbre capturó en<br />

lienzo con singular óptica, ingenio y destreza, no sólo la geometría de un rostro, también la idiosincrasia,<br />

la imagen interior, los anhelos y temores, a manera de involuntaria radiografía del alma,<br />

escarbados en algunos de los más recónditos pensamientos del retratado…” (Jorge Ojeda Guevara).<br />

RESPECTO A ALFREDO OJEDA VILLAGÓMEZ<br />

“Apenas amanecía en el ya lejano 1922, cuando hizo presencia en el horizonte salvaterrense<br />

un pequeño que, con el paso del tiempo, dejaría hendidura pictórica. En la pila bautismal le

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