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Vida, Esplendor y Muerte de Valentín Mancera<br />
conocieron la cantidad que se ofrecía por aquella cabeza, urdieron una traición para quedarse con<br />
los trescientos pesos y ganarse, además, el respeto, la admiración y el apoyo de las autoridades y<br />
las clases altas.<br />
SU MUERTE<br />
La mañana del 13 de marzo de 1882, por el rumbo de Chamacuero, las tropas federales<br />
tuvieron un fuerte y prolongado enfrentamiento contra los más de mil quinientos campesinos que<br />
formaban las fuerzas de Valentín, entre los que se encontraban varios curas y hasta algunos desertores<br />
del general Porfirio Díaz. En esta acción murieron cincuenta y nueve hombres de Dionisio<br />
Catalán, pero también allí perdió la vida, junto con otros doscientos, el segundo de Mancera:<br />
Cipriano Méndez, a quien los españoles de Acámbaro habían logrado del gobernador el permiso<br />
para ponerle también precio a su cabeza (doscientos pesos). Aunque el golpe fue muy duro, Valentín<br />
no se rindió ni en ésa ni en la otra batalla del siguiente viernes, en la que sucumbieron otros<br />
dos de sus lugartenientes. Por el contrario, convencido de que tarde o temprano las poblaciones de<br />
todo el país se sacudirían de encima el peso de semejante esclavitud, el domingo 19 de marzo<br />
decidió ir de nueva cuenta a <strong>Celaya</strong> para visitar a la mujer con quien pronto se casaría, según sus<br />
planes y proyectos, y así terminar con los rumores de que se la pasaba entre concubinas y hombres<br />
de malos tratos. Sus padres lo bendijeron, el papá lo abrazó emocionado y con orgullo, la mamá<br />
no pudo contener el llanto, como si presintiera un triste fin para aquella vida azarosa y caminera.<br />
Pero él los tranquilizó, despidiéndose de ellos con palabras muy sentidas y de mucho respeto,<br />
asegurándoles que nada malo le iba a suceder. Sin embargo, Virginia, apenas lo vio llegar al Eslabón<br />
de Oro, donde ellas trabajaban sirviendo copas y comida a los parroquianos, hizo como que salía a<br />
un mandado, sólo para correr a la comandancia a avisarle al Jefe Político y Comandante de Policía<br />
y Capitán de Caballería del Estado de Guanajuato, Dionisio Catalán Gachuz. Cuando éste, en<br />
compañía de su escolta y un piquete de dieciséis soldados acudió a al lugar, Sanjuana, siguiendo las<br />
instrucciones del propio Jefe, ya le había dado a Valentín una copa curada con ajenjo. Primero, el<br />
propio Catalán le disparó un balazo, pegándole en el tórax; Valentín todavía pudo sacar su pistola<br />
y trató de defenderse pero los humores de la droga ya habían surtido efecto, impidiéndole evitar la<br />
lluvia de balas que trató de hacerlo polvo, cuando en realidad lo volvió inmortal en coplas, leyendas<br />
y películas como La feria de las flores, con Pedro Infante, Antonio Badú y María Luisa Zea, donde<br />
cuentan su historia. De tal modo, el fusilamiento fue fácil e inmediato, a través de la ventana, según<br />
aquél corrido:<br />
Luego llegó Catalán<br />
a la casa de Sanjuana<br />
y mandó darle balazos,<br />
cual perro, de la ventana.<br />
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