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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
82<br />
sus técnicos y asesores establecieron un dinamo para desde allí enviarla, atravesando los pueblos<br />
de Cacalote, Panales, Cañones y la ciudad de <strong>Celaya</strong>, pero sin darles ni una chispa de su corriente<br />
eléctrica. Pero la muerte lo sorprendió antes de hablar con Díaz, el 21 de enero de 1893, ya vencido<br />
por aquel extraño mal que le atacaba el pecho, cortándole la respiración y poniéndole de color<br />
morado desde la papada hasta los pómulos. Dice el historiador Luis Velasco, que ya para entonces<br />
le había entregado a doña Emeteria el capital (dos o tres veces multiplicado) que ésta poseía antes<br />
de su matrimonio, es decir la fortuna de la Barranca de Metlac, agregándole una considerable<br />
suma extra para que aquélla continuara en sus donativos y obras pías. A su fallecimiento, el resto<br />
de la inmensa fortuna lo heredó Eusebio González Martínez. Y por su parte, doña Emeteria, tras<br />
haber sido confesada y recibir la Eucaristía de manos de un religioso franciscano, falleció en su<br />
enorme casa de <strong>Celaya</strong>, el 25 de octubre de 1893.<br />
Respecto al sobrino, se sabe que vivió hasta los años treinta, pues se tienen noticias de<br />
su participación en varias obras sociales y políticas, aprovechando la envidiable posición en que<br />
quedó. Narra don Luis Velasco y Mendoza uno de estos episodios, ilustrativo para todo aquél que<br />
desee conocer cómo era la sociedad celayense de aquellos tiempos:<br />
“La prensa se ocupó de publicar la reseña del viaje triunfal que venía efectuando el Jefe supremo<br />
de la revolución, y los grandiosos cuanto efusivos recibimientos que se le hacían en todas las poblaciones que<br />
tocaba en su trayecto hacia la capital de la República. Con esto, muy a tiempo se tuvo conocimiento en <strong>Celaya</strong>,<br />
que el día 5 de Junio llegaría el tren maderista a la ciudad de Silao, donde le iban a presentar sus respetos y<br />
saludos las autoridades de Guanajuato; así que desde luego, con la ingerencia del Jefe político y del H. Ayuntamiento,<br />
se aprestó una comisión de celayenses, en la que figuraban prominentes hombres de negocios<br />
encabezados por el millonario Don Eusebio González, sobrino que fue de aquel filántropo fallecido desde el<br />
año de 1893 que llevó su mismo nombre, para ir hasta Silao a encontrar allí al Sr. Madero; y también para que<br />
le hicieran una invitación con el fin de que se detuviera en <strong>Celaya</strong> y le hiciera una visita a la población, antes<br />
de proseguir su viaje hacia la ciudad de México”.<br />
Más no se sabe de este español; sin embargo, a fines de la década de los veinte, todavía<br />
se le halla involucrado con el movimiento cristero en la región. Pero no más. Hay quien afirma que<br />
durante el gobierno socialista del General Cárdenas se embarcó en Veracruz con destino a España.<br />
Sin embargo, el pueblo, que todo lo cree y todo lo sabe, está seguro que don Eusebio González<br />
Martínez es ese espectro que todavía, en noches de mucho viento y golpes de llovizna, suele mirarse<br />
a todo galope por el puente que comunica el pueblo de Soria con el de Empalme Escobedo<br />
(llamado anteriormente Estación de González en honor de su querido tío), gritando, carcajeándose<br />
y cantando espeluznantemente:<br />
Comprar fuego, vender lumbre,<br />
ganar mucho, pagar mal,<br />
es una vieja costumbre<br />
del sistema colonial.<br />
La tierra le haya sido leve.