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SIGLO XX…. LUIS DEL CASTILLO NEGRETE:<br />
UNA LEYENDA DE CELAYA Y LA REGIÓN,<br />
AÑO DE 1914<br />
Siglo xx... Luis del Castillo Negrete<br />
El celayense Luis Felipe Carlos Alejandro del Castillo Negrete y Von Bhen, como se<br />
llamaba completo aquel revolucionario de leyenda, había nacido en 1888, en la ciudad de México,<br />
pero desde muy pequeño fue traído a radicar aquí, donde convivió y compartió el arte de la oratoria<br />
y la poesía con personalidades de la época, como José Nieto y Aguilar, Benjamín Arredondo,<br />
Liborio Crespo, Cayetano Andrade, Baltasar Pineda y Jesús Zárate Damián. Fue hijo de Luis del<br />
Castillo Negrete y del Castillo Negrete, y nieto del historiador de la Reforma don Emilio del Castillo<br />
Negrete. Su madre era la alemana Carlota Von Bhen. Militar de academia con el apoyo de don<br />
Porfirio Díaz, quien lo mandó a estudiar a West Point, Nueva York, ya que Felipa del Castillo<br />
Negrete, tía de “Luisito”, estaba casada con Eduardo Darío Romero Rubio, hermano de Carmelita,<br />
la esposa del Presidente de la República. La vida de Luis del Castillo Negrete y Von Bhen estuvo<br />
llena de aventuras sorprendentes: fue cadete, guardia presidencial, combatiente en Zacatecas,<br />
valeroso villista y candidato a diputado al Congreso Constituyente de Querétaro, en 1917, mismo<br />
año en que fue asesinado por el coronel Agustín F. Azcarate, en la hacienda del cerro de La Gavia,<br />
propiedad de su tía Felipa, la cuñada de Porfirio Díaz. Como intelectual destacó sobremanera,<br />
obteniendo el primer lugar en el concurso de poesía organizado en toda la república en protesta<br />
por la invasión norteamericana al Puerto de Veracruz en agosto de 1914. Aquí en <strong>Celaya</strong>, en el<br />
kiosco del jardín principal, ganó el aplauso del público congregado a escuchar a los poetas que, por<br />
turnos, iban diciendo su trabajo. Luis leyó Barras y estrella, y desde la primera estrofa se vio que<br />
derrotaría a todos los demás:<br />
BARRAS Y ESTRELLAS<br />
¡Oh pueblo americano, tú eres grande,<br />
inteligente, extenso, fuerte, rico!<br />
Parece que el Creador quiso, al formarte,<br />
ser generosamente pródigo contigo.<br />
Bajo tus cielos las espigas crecen<br />
ubérrimas, doradas, orgullosas,<br />
al sentirse mecidas dulcemente<br />
del céfiro sutil sobre las ondas,<br />
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