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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
128<br />
“Mientras viva hay mucho qué hacer por los demás: sea perro fiel o niño pobre; anciano<br />
desvalido o ser enfermo. Mi obligación es tenderle la mano a quien el Señor me ponga enfrente.<br />
Por eso, allí voy con mis canastos de bolillos, lo mismo hacia las colonias populares que a las comunidades<br />
de <strong>Celaya</strong>: sea San Juan de la Vega o La Moncada, Canoas o San Miguel Octopan, Rincón<br />
de Tamayo o Roque. Se siente un cosquilleo en el alma, el bien es como una mariposa de colores<br />
que revolotea cuando alguien lo lleva muy adentro. Somos la jaula de los ángeles, el terreno donde<br />
el Señor cosecha lo que sembraron nuestras obras. Somos canción y abrazo de la aurora, fuerza del<br />
tiempo y espíritu que se levanta a la hora en que se prenden las lamparitas del rocío. ¡Sea declarado<br />
el día del sembrador! ¡El día de los que se levantan a la aurora!... Alguien escribió… Ya no recuerdo si fue<br />
el padre Alberto Suárez Inda, hoy señor arzobispo de Morelia, quien me dio unas hojitas donde leí<br />
estas frases”.<br />
La nostalgia por los otros tiempos, menos contaminados, sin botellas de plástico, sin la<br />
presa Ignacio Allende que mató al río y hundió a todo <strong>Celaya</strong> en espantosas grietas, le llegan a los<br />
ojos en indescriptibles imágenes de paz y de armonía, que ni siquiera le hacen correr el maquillaje.<br />
Abre el estilo y brota algún poema, como el que le hizo al 15 de agosto, día en el que los celayenses<br />
acudían al puente del Río Laja, el antiguo Izquinapan, Río de San Miguel, a ver pasar el agua, y<br />
comer, y reír, y divertirse hasta caer la tarde.<br />
15 de agosto, Río Laja,<br />
en que acude a tus riveras<br />
bouquet de nardos que cuaja<br />
en Milagros (de Banderas.<br />
Claro, aquí se refiere al año 1971, cuando la señora Milagros Fernández, esposa del<br />
alcalde don Ernesto Balderas Lomelín (1970-1972), todavía acostumbraba organizar idas al río,<br />
pese a que la presa de San Miguel de Allende, inaugurada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz<br />
en 1968, ya retenía las broncas aguas venidas de San Felipe Torres Mochas y, por su causa, pronto<br />
las fallas y los valles muertos cubrirían la tierra.<br />
LAS 20 HACIENDAS DE PETRONILO MARTÍNEZ<br />
Guadalupe Montoya fue uno de esos hombres que se dicen fuertes, no por la arrogancia<br />
o su poder, sino por la humildad de su persona al cultivar la tierra y desgranar el agradecimiento<br />
a quien todo lo da: nubes, granos, caminos, una mujer, los hijos. Sus padres fueron don Petronilo<br />
y doña Antonia, un matrimonio pobre, oriundo de Cerano, allá por Puquichapio, entre las Puertas<br />
de Andaracua, Cuerúnero y el municipio de Puruándiro, éste último ya de Michoacán. De allá eran<br />
los Montoya y los García, del pobrerío de aquella Ciénaga: Cerano, nombre que huele a peón y a<br />
sangre del Imperio, a pólvora villista, a luz y a manos de quien se levanta con la aurora. Un día<br />
llegó el patrón don Petronilo, procedente de donde radicaba: la hacienda de Tamayo, del municipio<br />
de <strong>Celaya</strong>, a ver sus tierras y saber de los rendimientos habidos aquel año. Andaba por allí un