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EMETERIA VALENCIA<br />
Aunque nació en Salamanca, Gto., el 2 de marzo de 1934, gran parte de su vida la pasó<br />
en <strong>Celaya</strong>, adonde se había mudado con su esposo, el señor don Eusebio González López, para<br />
administrar desde allí los vastos territorios de sus haciendas y atender más de cerca el Molino de<br />
Soria, de su propiedad, así como la fábrica de mantas “La Esperanza”, que ambos cónyuges allí<br />
habían puesto, al pie de la colina del cerro de la Cruz, a orillas del entonces hermoso río de la Laja,<br />
que daba movimiento al viejo molino, construido por unos vascos en 1706, al modo de las antiguas<br />
aceñas españolas que molían los trigos para el pan candeal de las dos Castillas, bautizándolo<br />
únicamente como El Molino, al que posteriormente se le agregaría de Soria, al ser comprado por<br />
el dueño de la hacienda de aquel lugar, el coronel Florencio Soria, quien años más tarde sería Jefe<br />
Político de <strong>Celaya</strong>, y que gobernó hasta el día de su trágica muerte, acaecida el 3 de mayo de 1873,<br />
tras haber fracasado en sus intentos por ser gobernador del estado, en lugar del general Florencio<br />
Antillón, quien lo “derrotó”, lo cual lo orilló a suicidarse de un tiro en la cabeza, pese a haber sido<br />
un excelente Jefe Político y una persona sumamente admirada, respetada y querida. Pudo más el<br />
honor militar que la simple vida. En otras versiones se dice que este hombre no murió de un tiro<br />
en la cabeza, sino por una bebida envenenada que, al modo de aquéllos tiempos, le dieron para que<br />
no continuara en su camino hacia la gubernatura del estado. O tempora. O mores. Don Florencio<br />
Soria dejó descendencia: en <strong>Celaya</strong> aún radica el arquitecto Francisco Valenzuela Pérez, hijo de<br />
Francisco Valenzuela Rico, hijo de Ciro Valenzuela Soria, hijo de Ciro Valenzuela Reinoso y Julia<br />
Soria y Gama, la cual era hija del coronel Florencio Soria, el cual, a su vez, era hijo de un español<br />
de nombre Joseph Soria. Por otro lado, la mayoría de celayenses del siglo XX recuerdan a don Ciro<br />
Valenzuela Soria, hombre cristianísimo, vecino del sacerdote y también poeta J. Luz Ojeda (calle<br />
Manuel Doblado), quien alguna vez, para describirlo, le dedicó los siguientes versos epigramáticos<br />
de pie quebrado:<br />
Con esa cara tan rubia<br />
y esa barba tan poblada,<br />
parece un Divino Rostro<br />
pero hecho a la pen…<br />
Tras aquéllos acontecimientos ampliamente conocidos y divulgados en toda la comarca,<br />
la gente siguió llamándolo el Molino de Soria y con este nombre aparece en algunos documentos,<br />
como el epitafio que se le puso al sepulcro del presidente Ignacio Comonfort, allá en el<br />
panteón de San Fernando de la Ciudad de México:<br />
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