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Las Raíces del Viento, Monografía de <strong>Celaya</strong><br />
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dinero y ropa buena para pedir la mano de Emeteria. Y el matrimonio se efectuó. A don Patricio le<br />
caía demasiado bien aquel muchacho y lo veía como un excelente partido para su hija. Por eso,<br />
apenas se casaron, les dejó varias de sus empresas allí en Salamanca y aun les aconsejó que expandieran<br />
sus negocios hasta <strong>Celaya</strong>, pero ellos no le hicieron caso sino hasta que éste murió, ya viudo<br />
de doña Guadalupe, y entonces sí, al pasar toda la fortuna a manos de Eusebio, éste compró molinos<br />
de trigo, teatros, almacenes comerciales, líneas de tranvías y muchas otras cosas. Doña Emeteria<br />
se dedicaba a hacer obras de caridad entre los niños pobres, fundó escuelas, cofradías, hospitales,<br />
y por sus generosas donaciones fue que se construyó gran parte del templo del Señor del<br />
Hospital, en Salamanca, todo gracias al escalofriante paso de la Barranca de Metlac y a tantos<br />
“espíritus malignos”, salidos del averno. En 1852 se mudaron a <strong>Celaya</strong>, ya muertos don Patricio y<br />
doña Guadalupe, desde donde controlaron el lato imperio de sus inversiones y finanzas, y aun<br />
adquirieron el Molino de Soria con todo y tierras labrantías, casas grandes, carros, animales, gente,<br />
todo. Desde el lugar de su residencia, ubicada en el portal poniente de la Plaza Mayor, hoy portal<br />
Corregidora (donde posteriormente hubo una tienda denominada El Cerrojo) eran los amos y<br />
señores de prácticamente todo <strong>Celaya</strong> y la región, hasta Salvatierra, donde don Patricio Valencia,<br />
siguiendo el impulso de Lucas Alamán, había fundado la fábrica de hilados y tejidos a la que bautizó<br />
como La Perla y Eusebio rebautizó con el nombre de la Reforma. Oh la fortuna.<br />
Don Eusebio González López era tan rico, que, por supuesto apoyaba al emperador y<br />
denostaba de la presidencia de Benito Juárez. En el Bajío era quizá la persona de más poder económico,<br />
déspota y cruel con las peonadas, prestamista de la mitra eclesiástica lo mismo que del<br />
gobierno estatal y federal, cuando se ofrecía o convenía a sus intereses. Para muestra, basta un<br />
botón: don Luis de Velasco y Mendoza, en el tomo 3 de su Historia de la Ciudad de <strong>Celaya</strong>, así lo<br />
narra:<br />
“En su lugar quedó Don Guillermo Prieto, y éste (durante el gobierno de José María Iglesias,<br />
quien fue presidente de la república entre 1876 y1877) no permaneció ocioso, pues sobre el préstamo de<br />
$80,000.00 que antes se había ya agenciado en Guanajuato, consiguió en <strong>Celaya</strong> un aumento de $10,000.00,<br />
que fue suscrito por Don Eusebio González y algunos otros vecinos pudientes de la ciudad”.<br />
DON EUSEBIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ<br />
Sin embargo no todo era felicidad: Emeteria y Eusebio Nunca pudieron concebir un<br />
hijo propio. Se decía que él… Se murmuraba que ella… En fin… La lengua es un músculo inútil si no<br />
lo mueve el alma a decir lo que la verdad tiene por suyo…Consultaron doctores de campo, obispos,<br />
arzobispos, médicos, santos patrones. Nada. Por lo que se decidieron a adoptar. Y fue así que llegó<br />
a su mundo Eusebio González Martínez, un risueño joven español, de Turcios, Vizcaya, quien era<br />
sobrino de don Eusebio González López. El muchacho, veinteañero y farfantón, fue recibido como<br />
un verdadero hijo por aquél matrimonio que en todo el estado gozaba de excelente fama: ella, por<br />
su generosidad en toda clase de asuntos; él, por la autoridad que ejercía al fulgor de los metales<br />
acumulados gracias a la intrepidez y buena suerte del recordado don Patricio. Precisamente fueron